Hola, soy Pedro tu geriatra, así empiezo mis videos en mi cuenta de Instagram @pedrotugeriatra la cual les invito a que sigan para que conozcan más cosas sobre el envejecimiento y la geriatría.
En una sociedad que valora la juventud por encima de todo, el edadismo se ha convertido en un problema que se silencia o se ignora, pero es devastador para quien lo sufre. Este término, acuñado por el psiquiatra estadounidense Robert N. Butler en 1969, se refiere a los prejuicios, estereotipos y discriminaciones basados en la edad. Aunque afecta a todas las edades, los mayores son sus principales víctimas lo que les lleva a tener que enfrentarse a barreras sociales, familiares y sanitarias que limitan su calidad de vida y perpetúan su exclusión.
El edadismo se mueve a tres niveles:
- Individual: Ideas preconcebidas que asocian el envejecimiento con enfermedad, inutilidad o carga.
- Institucional: Políticas y prácticas que discriminan a los mayores, como la falta de acceso a ciertos servicios o productos.
- Cultural: Representaciones negativas de los mayores en los medios, asociándolos únicamente con dependencia o deterioro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica el edadismo como un problema global de salud pública, de hecho refieren que una de cada dos personas en el mundo tienen actitudes edadistas hacia los mayores. En Europa, un estudio mostró que el edadismo es la forma de discriminación más prevalente, superando al racismo y al sexismo. En España hasta un 45% de los mayores de 55 años han sufrido algún tipo de discriminación por su edad.
El edadismo no es solo un problema social; tiene graves consecuencias médicas. Diversos estudios han demostrado que las personas mayores que experimentan discriminación tienen mayor riesgo de depresión y ansiedad y peor acceso a tratamientos médicos. Un estudio en The Lancet Healthy Longevity concluyó que las personas mayores que internalizan actitudes edadistas viven, en promedio, 7,5 años menos, lo que da una magnitud del “problema”
Una de las principales razones de la existencia y perpetuación del edadismo es la falta de contacto intergeneracional. En una sociedad cada vez más segmentada, las generaciones jóvenes tienen menos oportunidades de interactuar con los mayores, lo que fomenta prejuicios. Los medios de comunicación también contribuyen, mostrando una visión distorsionada del envejecimiento centrada en fragilidad y dependencia, aunque en los últimos años está cambiando esta perspectiva e incluso existen campañas de sensibilización sobre este tema.
Otra causa es la cultura de la productividad. En un mundo que prioriza el rendimiento económico, las personas mayores son vistas como una carga en lugar de como un recurso de experiencia y sabiduría.
Demos 5 estrategias a seguir para combatirlo:
- Promoción del contacto intergeneracional: Programas como «CONVIVE» en España, que fomenta la convivencia entre jóvenes estudiantes y mayores, han demostrado reducir prejuicios y fortalecer vínculos.
- Educación y sensibilización: Incluir contenidos sobre envejecimiento en los currículos escolares desmonta estereotipos desde edades tempranas. Campañas como «Ageing Equal» lanzada por la plataforma AGE Platform Europe en en 2018 y desarrollada en Europa, han visibilizado el impacto del edadismo.
- Cambios en las políticas públicas: Garantizar igualdad de acceso a servicios de salud y fomentar el empleo inclusivo son fundamentales. Iniciativas como el «Pacto por el Envejecimiento Activo» en España buscan integrar a los mayores en todos los ámbitos.
- Representaciones positivas en los medios: Es esencial retratar a los mayores como individuos activos y resilientes, rompiendo con la narrativa de la “inutilidad”
- Empoderamiento de las personas mayores: Espacios donde los mayores compartan sus experiencias y lideren proyectos ayudan a visibilizarlos como agentes de cambio.
El edadismo es una forma de discriminación que nos afecta a todos. Refleja el temor de una sociedad al envejecimiento en lugar de verlo como una etapa valiosa. Combatir el edadismo no solo es cuestión de justicia social, sino de garantizar un futuro en el que todos podamos envejecer con dignidad.
Como geriatra, puedo asegurar que el cambio comienza con pequeñas acciones: escuchando, respetando y valorando a nuestros mayores. Es hora de decir: STOP EDADISMO y construir una sociedad donde la edad no sea motivo de exclusión, sino de orgullo.