América Latina está viviendo en estas fechas procesos electorales en países como Guatemala y Ecuador. Unos comicios en los que las opciones progresistas han contado con el respaldo de la población en las urnas para ganar terreno ante posiciones más conservadoras.
El sociólogo progresista Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, ha ganado las elecciones de Guatemala. El diputado y diplomático ha obtenido el 58% de los votos frente al 37% de su rival, la ex primera dama Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que dio un giro de la socialdemocracia a posiciones más conservadoras en su tercer intento de convertirse en presidenta.
Más de 9,3 millones de guatemaltecos estaban llamados a las urnas en una jornada que se ha desarrollado con normalidad y algunos incidentes aislados. La participación ciudadana se situó en algo más del 45% del padrón electoral.
“Hoy aceptamos con mucha humildad la victoria que nos ha dado el pueblo de Guatemala. Las urnas se han expresado y lo que el pueblo grita es ‘basta ya de tanta corrupción”, dijo Arévalo en sus primeras declaraciones como presidente electo haciendo eco de su principal promesa electoral: luchar contra la corrupción que corroe el país.
Arévalo agradeció a los guatemaltecos que votaron. “Independientemente de la opción que hayan elegido, participar es un acto de defensa de la democracia y en este momento histórico significó un acto de valentía por cada persona que emitió su voto”, añadió.
Con la victoria de Arévalo se consolida la sorpresa en las elecciones guatemaltecas que comenzó en la primera vuelta del 25 de junio, en la que el candidato del Movimiento Semilla quedó en segunda posición pese a no aparecer en ninguna quiniela.
El surgimiento de este partido antisistema nacido al calor las protestas anticorrupción de 2015 y que desafía las formas tradicionales de hacer política ha ilusionado a la mayoría de los votantes guatemaltecos, muchos de los cuales tenían este domingo la sensación de estar participando en una elección histórica, que puede poner freno al auge del autoritarismo de los últimos años.
Luisa González y Daniel Noboa se verán en la segunda vuelta de las elecciones en Ecuador
Ecuador volverá a las urnas el 15 de octubre. La candidata del correísmo, Luisa González (33%), y el joven empresario Daniel Noboa (24%) se aseguraron el domingo un lugar en la segunda vuelta.
Una vez que finalice el escrutinio oficial, que supera el 98%, comenzará una nueva campaña electoral en la que se medirán dos modelos de país, algo parecido a lo que pasó en los últimos comicios de 2021. De un lado, el correísmo, del otro, la élite económica y empresarial.
El éxito de Noboa fue la sorpresa de la noche. Ni las encuestas ni el radar electoral le habían puesto mayor atención y no le daban opciones de seguir en la carrera después del domingo.
Su participación en el debate presidencial del pasado fin de semana, días después del asesinato a tiros del candidato Fernando Villavicencio, pudo catapultar su candidatura al recibir el aplauso de algunos analistas. Su tono sereno y sin enfrentamientos con el resto de candidatos fue la carta de presentación para muchos electores de este joven, de 35 años, al que apenas habían escuchado.
El empresario, de 35 años, es hijo del multimillonario Álvaro Noboa, que intentó llegar a la presidencia hasta en cinco ocasiones sin éxito. Daniel intentará ahora lo que a su padre se le atravesó.
Enfrente tendrá al correísmo, obligado en las próximas semanas a ampliar su nicho de votantes y doblegar las resistencias que aún genera la figura de Correa en gran parte de la población si quiere tener opciones.
Como en un capítulo que se repite una y otra vez en la historia electoral de Ecuador, las urnas volverán a medir la fuerza de los movimientos que han marcado las dos últimas décadas en el país: el correísmo y el anticorreísmo.
La campaña recién concluida, que podía funcionar como un termómetro para medir la temperatura de ambas fuerzas, saltó por los aires el 9 de agosto, cuando el candidato Fernando Villavicencio fue tiroteado a la salida de un mitin en Quito, la capital.
La violencia desbocada que sufre Ecuador desde hace tres años heló ese día a todo un país que descubrió horrorizado que ya nadie está a salvo, ni siquiera un candidato a la presidencia rodeado de seguridad.