Con el juramento solemne que pronunció en su toma de posesión como presidente de la Junta de Andalucía se obligó a cumplir fielmente las obligaciones de su cargo y a guardar, y a hacer guardar, la Constitución como norma fundamental del Estado y el Estatuto de Autonomía para Andalucía.
Presidente, en la celebración de un nuevo 28-F es obligado seguir reivindicando más y mejor ANDALUCÍA. Más Andalucía, porque no debemos conformarnos con simbolizar las conquistas estatutarias conseguidas desde aquel 4 de diciembre de 1977, que marcó el inicio de nuestro desarrollo autonómico, pues andalucismo significa ir más allá de colocarnos “la blanca y verde” por pulsera o de anudarnos al cuello la corbata o pañuelo verde omeya. Y mejor Andalucía, pues es mucho el camino que nos queda por andar para dar sentido pleno a los deberes que impone a nuestros gobernantes el articulado de nuestra Constitución y nuestro Estatuto de Autonomía. Esto no va solo de abrazar los símbolos, que también, esto va de cumplir con nuestras normas básicas, como dijo en su juramento.
Pretencioso sería por mi parte abordar todos los déficits existentes a día de hoy. Por eso solo me ceñiré a aquellos que en nuestro Estatuto se califican como servicios básicos en su artículo 84.1: educación, sanidad y servicios sociales. Y no es poco, créame. En esta columna abordaré la educación y en una próxima la sanidad y los servicios sociales.
Me dispensarán los expertos del constitucionalismo mi atrevimiento de solaparle un argumento propio de la ciencia económica sobre la indiscutible disposición de la educación en la cúspide de los derechos constitucionales. Es ampliamente aceptado en la doctrina económica que la inversión en educación resulta ser el activo más valioso para el futuro de una nación, pues ayuda a sentar las bases para su desarrollo económico y social, impulsando la innovación, la alta calidad en el empleo y la igualdad de oportunidades. Sembrar inversión educativa es recoger mejora en el crecimiento de nuestra riqueza y menor desigualdad social.
¿A qué realidad educativa se enfrenta hoy Andalucía? En materia educativa no universitaria, el ejercicio de 2022 se cerró con los siguientes datos: 114.479 efectivos de personal educativo no universitario y una ratio de gasto de la Junta de Andalucía sobre población de 0-16 años de 5.855,16 euros por persona. En 2018 estos datos fueron de 101.197 efectivos y de 5.518,91 euros. Un incremento de un +13,12% en personas educativas y de un casi de +6,09% de gasto, que sin embargo no se han traducido en una mejora del rendimiento académico de nuestra juventud no universitaria, más bien lo contrario.
Los datos PISA lo corroboran. Como es conocido este informe evalúa los rendimientos académicos de nuestros jóvenes de 15 años en matemáticas, lectura y ciencias. Nuestra comparación con otras CCAA (somos la tercera o cuarta comunidad por la cola según el dato que analicemos) y con el conjunto nacional nos deja un panorama que nos debe hacer reflexionar dado que, si bien los resultados obtenidos en España son prácticamente equiparables a la medida UE, los de nuestra comunidad están claramente por debajo de los nacionales, en más de 10 puntos en las tres disciplinas. Pero es que comparando los datos PISA 2018-2022, en las disciplinas de matemáticas y lectura el resultado el resultado es que hemos empeorado, -10 y -5 puntos respectivamente, y solo en ciencias hemos mejorado ligeramente con +2 puntos.
Y debe formar parte de la reflexión -y diría que con especial atención- que los resultados obtenidos son siempre mejores (en más de 30 puntos) en centros privados que en los públicos.
El gobierno de la nación trata de responder a esta realidad anunciando un plan para la mejora en matemáticas y en la comprensión lectora que beneficiará a cinco millones de jóvenes, de ellos cerca de un millón y medio de andaluces. Y Andalucía ¿qué nos propone? Nada. O, mejor dicho, sí, responde con la firma de un convenio con una fundación ultraconservadora para que se hable de ETA en las aulas andaluzas en un denominado “día escolar de la no violencia y la paz” cuando hace más de 12 años que la organización terrorista anunció el cese definitivo de su actividad criminal, de la mano de Zapatero y Rubalcaba. Sin embargo, hoy vivimos el horror de la masacre que practica el ejército israelí en Gaza, pero de eso ni mu. Ahí no hay reflexión que hacer por nuestros jóvenes. La asignatura de educación para la ciudadanía era adoctrinamiento, lo de ETA no ¿verdad?
En lo concerniente a la educación universitaria se observa que el rendimiento global para Andalucía se sitúa por debajo de la media comparada con otras universidades. Tomando los datos del ranking global de las universidades españolas que anualmente publica la Fundación BBVA-Ivie no aparece una andaluza hasta posiciones intermedias de la distribución. Para el conjunto nacional el rendimiento global es claramente superior en la universidad pública, resultado de un mejor resultado aplastante en el rendimiento en investigación e innovación (casi el doble que la privada, y más del triple si lo consideramos en términos de patentes concedidas a las universidades). Así, no son de extrañar las conclusiones conocidas del reciente estudio realizado por el ministerio responsable de universidades cuando afirma que las públicas multiplican por cinco cada euro invertido en ellas, cifrándolo en el 2,2% del PIB.
Pero, sin embargo, en Andalucía abrirán pronto sus puertas cuatro nuevas universidades privadas, pasando de una a cinco, con el consiguiente y lógico reproche de los rectores de las universidades públicas. ¿Por qué será este afán privatizador? Una clave la podemos extraer del informe anual de datos y cifras del sistema universitario español que publica el ministerio, en el sentido de que presentan mejores datos de posterior afiliación a la SS (empleabilidad) quienes han estudiado en la privada que en la pública. Creo de inocentes quedarnos ahí.
A qué lógica obedece que presentando mejores datos la pública en lo que se supone son los activos más deseados por el empresariado, sin embargo, sea la privada, que crece silenciosamente sin parar, la que ofrezca mejores ratios en empleabilidad. Qué lógica empresarial está detrás de estimar profesionalmente más a quien se forma en la privada. Creo también aquí hay una reflexión pendiente, y en mi opinión tiene que ver con lo que en el pensamiento económico y sociológico conocemos como “reclutamiento de élite” y las investigaciones al respecto realizadas desde hace mucho tiempo, desde hace casi un siglo (Taussig y Joslyn). Los trabajos de investigación concluyeron desde entonces que el origen social de las personas más destacadas condiciona el éxito profesional y eso contribuye a explicar que todavía hoy en las élites tengan menor representación las mujeres, las personas de color, las de origen inmigrante y las que provienen de las clases más desfavorecidas.
Señor presidente, su juramento le emplaza a buscar y ayudar al talento allí donde se encuentre, con mayor perseverancia, si cabe, entre quienes menos oportunidades tienen de demostrarlo. Por eso está obligado a mejorar la enseñanza pública, a no desviar ni un euro a su ideologización privatizadora de las aulas. La derecha que usted representa lleva cinco años transformando la educación andaluza porque la considera como la mejor herramienta para moldear la sociedad a su gusto por generaciones. No olvide que el modelo de educación está en el Estatuto que nos dimos los andaluces y andaluzas, no lo pervierta.
Con su juramento se obligó, no puede quedarse en el mero abrazo de la bandera y de los símbolos. Usted no es uno más, seguimos esperando que cumpla con su obligación.
Luis Miguel Jiménez Gómez
Economista