Aragón produce anualmente mucha más energía de la que necesita. Gracias a los 73 parques eólicos y casi 3.000 aerogeneradores que hay instalados en su amplia geografía.
La comunidad lidera la producción nacional de energía renovable empujada por el Cierzo, que ha atraído a inversores privados, y el viento favorable de una Europa que ha reducido al mínimo las trabas burocráticas como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania y la amenaza de una Europa sin energía.
Esta apuesta de Aragón, en los últimos años, ha crecido en todo aquel municipio que ha abierto sus brazos a las posibilidades de una nueva fuente de financiación. Los molinos de viento se han convertido en la principal fuente de ingresos de las arcas de muchos pueblos.
No sólo el ingreso directo es contemplado por los alcaldes, la constitución de asociaciones para distribuir los beneficios entre los afectados (Viento Alto en Teruel) mediante su reinversión en proyectos sociales, a lo obtención del suministro sin coste para el conjunto de los vecinos en los términos municipales afectados, son otro tipo de actuaciones contempladas.
Durante 2022, Aragón produjo más de 20.300 gigavatios, cerca de un 5% más que el año anterior a pesar de ser un año hidrológico seco. La tecnología eólica y la fotovoltaica han disparado la producción, lo que supone un incremento del 4,7% respecto a 2021 y un crecimiento del 32,8% en relación a 2019. Son suficientes para cubrir sobradamente la demanda del País Vasco o el 74% de lo que consume Madrid.
La comunidad tiene una potencia equivalente a diez centrales nucleares y, aunque no cuenta con ninguna instalación de este tipo, suma 10.930 megavatios instalados y subiendo, según datos de Red Eléctrica de España (REE). Casi el 80% de ellos están situados en los ríos, montes y campos del territorio en forma de centrales hidráulicas, eólicas y fotovoltaicas, cuya producción cubre sobradamente la demanda local. En 2022, la mitad de la energía eléctrica producida fue eólica, un 14% solar fotovoltaica y casi un 11% hidráulica.
Otro elemento en la variable a considerar es el desarrollo y el empleo, según el Clúster de la Energía de Aragón, la energía eólica genera más de 11.500 puestos de trabajo en Aragón, de los cuales, algo más de 8.000 son de manera directa y unos 3.500 de manera indirecta. Se calcula que para el año 2030, la energía eólica habrá generado más de 60.000 puestos de trabajo a nivel nacional.
Con la intención de sacar más partido a esta fortaleza energética, el Gobierno de Aragón aprobó un decreto-ley que busca precisamente impulsar un modelo propio poniendo el foco en la promoción del consumo de cercanía. La intención de este iniciativa es aprovechar las energías renovables para abaratar la factura a los ciudadanos.
En este contexto, van cogiendo fuerza nuevas herramientas y sistemas como las comunidades energéticas –hay más de una veintena de proyectos en la comunidad– o las instalaciones de autoconsumo, que viven un verdadero auge. En esta dirección el Gobierno de Aragón, junto con las tres diputaciones provinciales y la FAMCP ha presentado al IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) con el fin de crear una OTC (Oficina de Transformación Comunitaria), con sede en las tres provincias, para la promoción y dinamización de comunidades energéticas, y el desarrollo de proyectos piloto en la lucha contra la despoblación en Aragón.
Las comunidades energéticas comienzan a abrirse paso en Aragón. Pese a las trabas burocráticas y a los obstáculos propios de quien marca el camino, los municipios están viendo en este tipo de autoconsumo colectivo una fórmula para reducir la factura de la luz en un contexto de escalada de precios.
La primera comunidad energética puesta en marcha en Aragón ya produce electricidad. Es la de Luco de Jiloca. Fue inaugurada en abril, dos años después de iniciar el largo proceso burocrático. Se convirtió en la primera comunidad energética de Aragón, una comunidad que agrupa a 27 cooperativistas de las 71 personas censadas.
No obstante, y a pesar de estas expectativas, la creciente expansión del sector eólico se ha topado con voces medioambientales y vecinales que consideran que se puede apostar por la energía renovable sin afectar el paisaje, y lo ven como una amenaza y no una oportunidad.
Planificación es la palabra clave. A juicio de las voces críticas, la construcción de molinos de viento debería ser ordenada y sostenible en todo el territorio, y no caótica y desordenada como es en la actualidad. «Aragón debe dar el cambio hacia las renovables, pero no con este modelo de macroproyectos, de especulación», aseguran en las manifestaciones que han organizado en los últimos meses para hacer llegar su malestar con el modelo actual.
La realidad, no obstante, es muy tozuda:
Un reciente informe (Clúster de energía de Aragón) acredita que los 27.755,20 MW de proyectos de energía renovable eólica y fotovoltaica en todas sus fases de desarrollo suponen una afectación por ocupación de 29.662,43 Ha, que equivale al 0,622% de la superficie de Aragón. 1MW eólico ocupa 0,153 Ha de terreno y 1MW fotovoltaico ocupa 2,587 Ha.
Otros parámetros:
El 90,15 % de la superficie con restricciones ambientales en la comunidad aragonesa no presenta ningún proyecto de energía renovable.
El 92,06 % de los proyectos de energías renovables que se están desarrollando en Aragón se localizan sobre suelo sin restricciones ambientales y/o sociales.
Las renovables no deberían considerarse una amenaza, sino que deberían contribuir a impulsar proyectos industriales de Aragón. Y a abaratar la factura eléctrica de los ciudadanos.
D. Martín Nicolás Bataller