Un total de diez personas detenidas e ingresadas en prisión tras un nuevo golpe de la Guardia Civil contra el narcotráfico en la provincia de Cádiz. El Instituto Armado ha desarticulado en Chipiona (Cádiz) al conocido clan de los ‘Comía’.
Los detenidos presuntamente son los responsables de la distribución de heroína y cocaína al menudeo en la zona de la desembocadura del río Guadalquivir. Seis personas más están siendo investigadas tras la operación.
Según ha explicado la Guardia Civil en una nota recogida por Europa Press, la llamada ‘operación Jaco’ tuvo lugar durante la mañana del 21 de diciembre cuando se realizaron seis entradas y registros domiciliarios simultáneos en una pequeña barriada de la localidad gaditana.
Las casas formaban parte del feudo de este clan, el cual mantenía un «servicio» de 24 horas. Su líder utilizaba perros de raza potencialmente peligrosa adiestrados específicamente para atacar a la orden de su amo, como tuvieron la desgracia de comprobar recientemente una patrulla de la Guardia Civil.
Así como un integrante del clan al que el líder acusaba de quedarse con papelinas de cocaína, quien también fue atacado por los cánidos. Los ‘Comía’ habían ocupado la hegemonía del tráfico de heroína y cocaína, después de la desarticulación del conocido clan de ‘la Pinilla’.
Como consecuencia de la ‘operación Jaco’, además de los diez detenidos y seis investigados, se ha incautado 150 gramos de cocaína, 20 gramos de heroína de gran pureza, así como sustancias de corte y medicamentos psicotrópicos con los que adulterar las dosis, de las que se han incautado más de 80 ya preparadas para su venta.
La operación se inició cuando la Guardia Civil tuvo constancia que desde la desarticulación del conocido clan de ‘la Pinilla’, asentado en Sanlúcar, otro grupo de personas, unidos entre sí por fuertes lazos familiares, habría ocupado el puesto de suministradores de heroína, cocaína y rebujo en la comarca del Bajo Guadalquivir.
Este clan se había asentado en una barriada muy concreta de la localidad gaditana de Chipiona, donde tenían repartidos distintos puntos de venta de estupefacientes, diferenciando tipos de sustancia y perfiles de clientes, atendiendo a los adictos las 24 horas del día, todo ello a pesar de residir en los domicilios con menores de muy corta edad.
La investigación de los guardias civiles se veía dificultada por las numerosas medidas de seguridad que tomaban en sus actividades ilícitas, teniendo repartidas por la zona gran cantidad de vigilantes o «aguadores«, como se les conoce en el argot, que advertían de la posible presencia policial.
Su forma de actuar consistía en no disponer de grandes cantidades de sustancia en un mismo domicilio, para evitar pérdidas en caso de una intervención policial o un robo por parte de algunos de sus clientes.
Para evitar esto último, tenían los domicilios diferenciados por sustancia ofrecida, de manera que la madre del líder de la organización se ocupaba de la venta de cocaína, mientras que el líder y otros miembros de la organización, varones o de menor nivel, se ocupaban de las ventas de heroína y rebujo, por ser sus compradores personas de un perfil más conflictivo.
La frecuente ida y venida de consumidores generaba un clima de inseguridad entre los vecinos, que tenían que soportar a cualquier hora peleas y disputas entre las personas que acudían a comprar sus dosis, si bien el carácter violento del líder de esta organización acallaba cualquier protesta que pudiera originarse, ya que era frecuente verle acompañado de perros de raza peligrosa, a los que adiestraba específicamente para atacar a la orden de su amo.
Tanto es así que el pasado mes de junio, durante una identificación policial, dos miembros del clan utilizaban uno de estos canes para agredir a dos guardias civiles, que resultaron heridos en la intervención, finalizando la misma con la detención de ambas personas, uno de ellos por atentado a los agentes de la autoridad y otro por atentado y una requisitoria anterior de un Juzgado de Sanlúcar.
Además de esto, en el mes de septiembre, el líder del clan utilizó a otro de sus canes para castigar a uno de sus peones al que acusaba de haberse quedado con un número indeterminado de papelinas de cocaína, causándole el perro numerosas heridas por mordeduras que requirieron su ingreso hospitalario.
Tras numerosas vigilancias y dispositivos de interceptación de consumidores de droga, a los que se les intervinieron pequeñas cantidades de sustancias estupefacientes adquiridas en los domicilios controlados, todas ellas atadas con hilo de color, como marca de la casa, se obtuvieron los correspondientes mandamientos judiciales de entrada y registro para ocho domicilios y una finca rústica.
Así, en la madrugada del pasado 21 de diciembre, a las 5,30 horas, más de 100 guardias civiles de distintas Unidades tanto de la propia Comandancia de Cádiz, como del Grupo de Acción Rápida (GAR), se desplegaron en la barriada donde se ubicaban los seis domicilios controlados, realizando estas entradas de manera simultánea y coordinada, siendo registradas con posterioridad otras dos viviendas y la finca rústica.
Durante la intervención se incautaron 143 gramos de cocaína, 20 gramos de heroína, 62 gramos de hachís, 72 papelinas de heroína, 15 de cocaína, un bote de pastillas de trankimazin y otras sustancias de corte, además de balanzas, envasadoras al vacío y otros elementos que sustentaban los hechos investigados.
Junto a todo esto se incautaron multitud de teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, más de 5.000 euros en moneda muy fraccionada, cinco patinetes eléctricos y una motocicleta de gran cilindrada.
Por todo ello, se pusieron a disposición judicial a los diez detenidos y a los otros seis investigados, decretándose el inmediato ingreso en prisión sin posibilidad de fianza para diez de ellos.