Nacido en Logroño, llegó a Andalucía por trabajo y aquí se enamoró. Cuando vio la luz de Chiclana, lugar donde reside desde entonces, llamó a sus padres desde una cabina telefónica para comunicarles que se “hacía andaluz”.
Joaquín Páez, prefiere hablar de calentamiento global mejor que de cambio climático. Biólogo de formación se ha pasado una veintena de años explicando a sus alumnos en clase temas como el hidrógeno verde, la gestión del agua o Doñana.
Como buen docente, acompaña su conversación con continuos ejemplos que la hacen más comprensible. El actual presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir afirma haber aprendido muchísimo estos últimos años, pero confiere una importancia vital a la política local. Como caso práctico, compara la situación de toma de decisiones para planificar los recursos hídricos en un plazo considerable de tiempo con la de gestionar la situación de un vecino que acude a su alcalde porque necesita el agua para algo tan básico como lavar a su bebé recién nacido.
Cuando le preguntamos por su tiempo libre, nos confiesa que la música muy alta y la práctica del boxeo le ayudan a desconectar y, aunque le resulta difícil leer sobre temas que no estén relacionados con el trabajo, lo intenta. Su nueva lectura es el ensayo titulado Pensar más, pensar mejor, cómo agilizar tu mente, del autor Dani Sánchez-Crespo.
Páez nos recibe en la sede principal de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, en la sevillana Plaza de España. La primera pregunta es obligada:
¿Qué opina sobre la reciente polémica generada tras el anuncio del actual alcalde de Sevilla de cerrar la Plaza de España y cobrar a los turistas por su visita?
Opino que, como el dominio público hidráulico o como una playa, que son dominio público marítimo-terrestre, es un bien de todos. La plaza de España es exactamente igual. Será muy difícil ver esta plaza privatizada, no se privatizan plazas en Madrid, en Venecia o en Florencia… pues aquí tampoco.
La pasada semana con motivo del Día de Andalucía, el presidente de la Junta apuntó en su discurso al agua como uno de los actuales asuntos importantes para la comunidad autónoma. ¿Cree que este mensaje es acertado?
Creo que sí. El agua y su gestión, sobre todo en época de sequía, son fundamentales. Pero no solo en época de escasez, lo son siempre.
Nuestra gestión, la de la demarcación del Guadalquivir, comenzó con este pensamiento, que estábamos gestionando un recurso fundamental para el desarrollo económico, social y ambiental de toda la ciudadanía.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir es, quizás, uno de los organismos menos conocidos para el ciudadano de a pie. ¿Cuál es su labor? ¿Qué hacen las personas que trabajan a diario desde aquí?
Es cierto que la concepción que tiene la ciudadanía sobre la Confederación puede ser la de un organismo un poco hermético.
Desde que llegamos el actual equipo, en agosto del año 2018, hemos intentado precisamente combatir esa idea de hermetismo. Recibimos a todo el mundo, y las puertas están abiertas a nuestros usuarios: el sector del regadío, para el que se gestiona un 87% del agua, el abastecimiento o sector doméstico, que se traduce en un 10% y el sector industrial que consume un 3% del recurso.
Lo que hacemos es gestionar 57.600 kilómetros cuadrados de doce provincias: las ocho andaluzas y también de Ciudad Real, de Albacete, de Extremadura, en concreto, Badajoz y una pequeña parte de Murcia. Además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Se trata de gestionar lo que se conoce como dominio público hidráulico, es decir, las aguas continentales, las aguas superficiales y subterráneas y la superficie que estas abarcan, tanto en época de estiaje como en época de crecidas. Intentamos que nuestros usuarios vean cumplidas sus necesidades con respecto al agua de abastecimiento -que es prioritaria-, al agua de regadío y al industrial.
Estas necesidades se regulan a partir de autorizaciones y/o concesiones que tramita una unidad de la Confederación llamada comisaría de aguas, que es también la encargada del servicio de vigilancia, lo que se conoce como “policía fluvial” o “guardería fluvial”, son los agentes medioambientales.
En época de sequía, son fundamentales para salvaguardar los derechos de quienes utilizan el agua bien. Detectan, por ejemplo, los pozos ilegales e incoan los expedientes. Cuando hay alguna denuncia o, durante una revisión rutinaria, se aprecia que pudiera haber una infracción por utilización fraudulenta del recurso, superficial o subterránea, incoan un expediente y este se tramita.
Existe otra unidad fundamental en la Confederación Hidrográfica, es la de dirección técnica, encargada de la ejecución de las obras hidráulicas, del mantenimiento de estas y también regula el agua que procede de esas obras. Es decir, gestiona el agua de desembalse, algo muy importante en las épocas de regadío.
A lo largo del año hidrológico que comienza el 1 de octubre y finaliza el 30 de septiembre, hay una época principalmente de verano en la que se desembalsa agua porque normalmente no hay lluvia y es necesario hacer frente a esa necesidad de los usuarios.
Otra unidad básica que es la de planificación hidrológica, que cuenta con una herramienta esencial: los planes especiales de sequía, para ejecutar y cumplir con determinadas cuestiones a corto plazo, durante una sequía. Pero la sequía no se gestiona solo cuando esta tiene lugar, sino que la contemplamos de forma permanente mediante los planes hidrológicos de la cuenca, con un ámbito temporal de seis años. El vigente abarca 2022-2027 y ya hemos comenzado con la elaboración del próximo que contempla el periodo 2028-2032.
Lo primero que uno aprende cuando entra por la puerta de la Confederación es que mañana queda un día menos para la próxima sequía. Toda nuestra planificación está pensada para ello. El actual plan tiene un presupuesto de 4.000 millones y cada uno de esos euros está pensado para ser más eficientes, más eficaces y más resilientes contra la sequía.
Usted siempre se esfuerza en diferenciar entre planificación y emergencia…
Es fundamental. Una obra de emergencia por sequía, es una obra que hay que hacer rápidamente para poner solución a una situación. Por ejemplo, deja de llover, no tenemos agua y la toma de un embalse se queda más alta del propio nivel del embalse, entonces es necesaria una obra para que esa toma sea superficial y se pueda coger el agua con la que todavía tenemos en ese embalse. Otro ejemplo sería cuando deja de llover en un sitio donde el abastecimiento depende del agua subterránea, el pozo y el nivel freático baja por explotación normal o por sobreexplotación, entonces es necesario buscar una fuente alternativa de agua, eso implica una obra de emergencia.
Hacer una depuradora o “hacer un terciario” (tratar el agua de depuradora para poder utilizarla) es una obra importante y necesaria, pero no es una obra de emergencia, es una obra de planificación. Todas las obras mejoran la eficiencia de la gestión del agua. Las de emergencia en el corto plazo y las de planificación en un plazo más largo. Hacer una presa o hacer una desaladora puede llevar entre año y medio y tres años, son obras de planificación.
En el Guadalquivir, las desaladoras históricamente se han contemplado muy poco porque solo tenemos un punto de desalación. Nuestra cuenca acaba donde desemboca el río, en Sanlúcar de Barrameda, no tenemos más franja litoral. Hay otras cuencas, como las cuencas mediterráneas andaluzas, el caso de las demarcaciones de Tinto, Odiel y Piedras o Guadalete-Barbate, gestionadas por la Junta de Andalucía, que sí tienen una franja litoral grande. Ahí se pueden planificar desaladoras.
¿Llegan los municipios que dependen de la demarcación gestionada por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a este momento de sequía en “mejor estado salud hídrica” que los pertenecientes a demarcaciones de competencia autonómica?
Yo puedo hablarle de nuestro trabajo. Nosotros hemos buscado con anticipación un plan alternativo para el abastecimiento en toda la demarcación.
Las confederaciones hidrográficas no tenemos competencias en el abastecimiento, pero sí coordinamos a los sistemas de abastecimiento que están dentro de las demarcaciones y cada uno de ellos cuenta con un plan extraordinario de sequía que nosotros coordinamos para que no sean discordantes entre sí.
Cuando esta sequía fue declarada como tal, el pasado 2 de noviembre 2021, hacía ya un año que nos habíamos reunido con los veintiún sistemas de abastecimiento que existen en la demarcación y con las doce diputaciones provinciales y habíamos comenzado a trabajar en la detección de carencias y problemas que podrían surgir en el caso de que la sequía siguiera avanzando como desgraciadamente ocurrió.
Hemos planificado una serie de obras de emergencia para que todos los ciudadanos que dependen de agua de desembalse en Andalucía, Badajoz y Albacete, aproximadamente 4,5 millones ciudadanos, tengan un plan alternativo. Son obras que persiguen distintos objetivos. Por un lado, maximizar la eficiencia del agua embalsada, con obras que evitan pérdidas, que garantizan que los canales de desagüe o los canales de alimentación de las presas funcionen bien, que impermeabilizan presas y los canales, que cambian las tomas, etc. Por otro lado, hemos buscado alternativas por si no pudiera utilizarse el agua de los embalses o esta no existiera. Serían dos opciones fundamentales: bien agua subterránea, bien agua desde los ríos Genil o Guadalquivir.
Hoy podemos decir que todos los ciudadanos que dependen del agua embalsada del Guadalquivir tienen un plan alternativo y una garantía temporal grande, de dos, tres o incluso cuatro años.
Otra situación es la que afecta a los ciudadanos que dependen exclusivamente de agua subterránea o que no pertenecen a grandes sistemas de abastecimiento, estos casos se dan en todas las provincias. Es necesario que cuenten también con alternativas y estas deben buscarlas los organismos competentes en abastecimiento que son los municipios, las diputaciones, los consorcios y la Junta de Andalucía. Me consta que las diputaciones y los sistemas de abastecimiento están trabajando en ello, nosotros hemos ayudado y hemos hecho actuaciones, como nuevos sondeos, en Huelva, en Cala y Cortelazor. Y también me consta que el Gobierno de España está dispuesto al auxilio de los municipios que tengan problemas para sus abastecimiento, pero cada administración debe ejercer sus competencias y quiero dejar claro la Junta Andalucía falta a la verdad cuando dice que el abastecimiento en la cuenca del Guadalquivir es competencia del Estado. Todos los andaluces pagamos un canon de depuración y abastecimiento autonómico, vivamos en la demarcación del Guadalquivir o vivamos fuera de ella. Lo que sí es cierto es que nosotros llevamos el abastecimiento en alta en los embalses, hacemos un embalse y sus conducciones hasta las zonas de recepción de ese agua por parte de los sistemas de abastecimiento o por parte de los regantes, pero no gestionamos ni depuración ni abastecimiento.
El actual presidente de la Diputación de Sevilla anunció su intención de incluir a los municipios que no están incorporados a los grandes sistemas de abastecimiento porque les da garantía. A la hora de ejecutar obras, es mucho mejor estar un sistema donde todos invierten una cierta cantidad de dinero y donde está además el respaldo de la diputación que ser de un municipio con pocos habitantes y fuera de ese sistema. Es una buena alternativa y, desde luego, valoro muy positivamente esa iniciativa.
Los vecinos de Los Pedroches y El Guadiato, en Córdoba, han vivido una situación límite sin acceso al agua potable. ¿Qué ha ocurrido para llegar a esto?
El Gobierno de España llevó a cabo en la zona una obra de emergencia que se inició a finales de 2022 y finalizó en 2023. Se unió el embalse de La Colada, que depende de Confederación Hidrográfica del Guadiana con el embalse de Sierra Boyera, que depende del Guadalquivir. Esta obra, que contó con un presupuesto de ejecución de 4,7 M€, garantiza el agua en cantidad suficiente para las 80.000 personas que dependen de esas comarcas y de sus zonas industriales y ganaderas. Ahora esas personas y sus actividades cuentan dos embalses en exclusiva para su utilización.
Hay que decir que esa obra de conexión fue declarada obra de interés autonómico andaluz en junio del año 2020 pero el ministerio observó que seguía vaciándose Sierra Boyera y la obra de interés autonómico andaluz no se ejecutaba, así que la secretaría de Estado de Medioambiente declaró la emergencia e hizo la obra.
El problema ahora es que el agua de La Colada presenta más materia orgánica de la que debería. Las competencias en medio ambiente, en ganadería y en ordenación del territorio son todas de la Junta de Andalucía. La solución está en actuar en la ETAP (en la estación de tratamiento de agua del embalse de Sierra Boyera y arreglar el sistema de abastecimiento). Estos días están llegando los primeros equipos de la empresa pública dependiente de la Diputación de Córdoba. Me consta que la diputación va a poner fin a ese calvario que están pasando las personas de la zona: 80.000 personas que tienen mucha agua, con una garantía de abastecimiento de algo más de 3 años -aunque no lloviese una gota de agua-, pero que necesitan de la potabilización de ese agua. Se está haciendo. De hecho, la Junta de Andalucía ha vuelto a declarar obra de interés autonómico, no sólo las conducciones -que ya las ha ejecutado el Gobierno de España-, sino la propia potabilización.
Estoy contento porque esos ciudadanos van a tener garantía de agua en cantidad y ahora también en calidad.
Son tiempos duros en los que quizás la escasez de agua pone aún más de manifiesto los intereses contrapuestos de los distintos colectivos: regantes, ecologistas, consumidores… ¿Cómo lleva gestionar esta circunstancia?
Son tiempos duros, pero siempre le digo a mi equipo que menos mal que estamos nosotros: nos gusta nuestro trabajo, lo sentimos y además no sólo hacemos una gestión técnica, sino también emocional.
Los equipos de trabajo de las confederaciones, sus funcionarios y su personal laboral, son excelentes, tienen vocación de servicio público y una preparación extraordinaria. Mantenemos relaciones con todo el mundo, todos los colectivos, intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible y siempre buscamos soluciones. Nos reunimos con todas las comunidades de regantes de la demarcación, que son más de 1.000. También con los más de 400 ayuntamientos y con las diputaciones. Trabajamos todos los días y a todas horas con ellos, son nuestros usuarios. Y, además, lo hacemos con alegría, con determinación y con la inteligencia emocional de querer servir a la gente y hacer cosas útiles para ellos.
Créame si le digo que a esta sequía se llega con anticipación y con un plan B. Las confederaciones hidrográficas somos una fórmula de éxito que pronto cumpliremos 100 años. Exportamos gobernanza, modo de actuación y de gestión. La fórmula del éxito se basa en tres principios: unidad de cuenca, planificación y participación ciudadana.
Tenemos órganos reglados en los que están representados todos y cada uno de los agentes que intervienen en la gestión del agua de una u otra manera. Cada cual tiene sus intereses, los comprendemos a todos e intentamos hacerles entender que todo proceso no sólo incluye su visión particular, hay una visión conjunta y unas normas legales que hay que respetar: son la directiva marco del agua y la transposición a las ordenanzas españolas. Su visión particular es legítima, pero en la demarcación no hay líneas divisorias ni fronteras entre provincias, la cuenca es una sola y hacer de ella un modelo de gestión integral es justo la clave de su éxito.
Es difícil no abordar nuevamente la situación de Doñana. Hace escasos días, con motivo de la tramitación del decreto de simplificación administrativa andaluz, volvió a ser foco de atención ¿Se ha pasado página por fin del intento de ampliación de las hectáreas de regadío por parte del Partido Popular?
Ya se han rectificado los artículos de ese decreto que volvían a poner en cuestión este asunto. Así que creo que sí, que el asunto está zanjado.
¿Hay una política de gestión del agua de derechas y otra de izquierdas?
Diré algo que quizás pueda resultar controvertido. Creo que las confederaciones hidrográficas tienen su propia inercia, justo por aquello que comentaba de la preparación y el compromiso de las personas que trabajan en ellas.
Lógicamente, como presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, tengo mi visión sobre cómo se tiene que gestionar el agua, pero creo que hay que tener altura de miras y no dejarse llevar por determinadas cuestiones políticas que, en un momento determinado, alguien crea que le pueden rentar electoralmente. Bajo mi responsabilidad al frente del organismo no se ha tomado ni una sola decisión en ese sentido. Cuando recibimos a los alcaldes, a todos, de uno u otro partido, los miramos como lo que son: representantes de los ciudadanos. Y orientamos nuestra gestión para beneficiar al ciudadano desde el punto de vista medioambiental y desde el punto de vista del usuario.
Hay determinadas cuestiones que pueden tener un sesgo político, desde luego, también lo creo. Es así en el agua o en la ubicación de una fábrica de coches. Una fábrica de coches se ubica en un determinado lugar por cuestiones políticas también. La política es importante porque nos hace avanzar como sociedad. Hay decisiones políticas que hay que tomarlas desde una determinada perspectiva ideología. La mía es la de solucionar problemas ciudadanos y ambientales.
Hay gente que dice que los regantes son muy de derechas. Mire, yo no sé si los regantes son muy de derechas o no, lo que sí sé es que están muy comprometidos con la cuenca. Hasta el punto que llevamos varios años muy duros en los que ha habido reducciones de hasta un 88% en determinadas dotaciones, algo muy complicado de gestionar, pero hemos sido capaces de gestionarlo gracias al compromiso y a la determinación de los propios regantes.
Aquí hacemos algo que es fomentar las sinergias desde la confianza. No podemos trabajar desde la desconfianza entre unos y otros. Por eso, cuando tenemos que tomar la determinación de reducir el 88% de la dotación de agua lo hacemos desde la confianza de que somos creíbles y siempre lo hemos sido. Y no sólo me refiero al equipo actual, también hablo de los anteriores. Insisto, somos una fórmula de éxito. Las confederaciones llevan muchos años siendo creíbles porque llevan muchos años demostrándole a los usuarios su credibilidad y su buen hacer.
Hemos discutido mucho con ellos, con los regantes, en determinados momentos como hace tres años cuando nos pedían que ampliáramos el agua de regadío entendiendo que los rangos lo permitían. Nuestra postura era la de barajar que los años siguientes no lloviese. No nos equivocamos. Nos hemos mantenido estos años por esas decisiones que implicaron discusión, pero con acuerdos finales.
Por supuesto que hay decisiones políticas en el agua, tiene que haberlas. Otra cosa son las decisiones políticas cortoplacistas que no miran más allá del posible beneficio electoral en un momento determinado. Para mí esas no existen.
Sobre Doñana, me gustaría destacar la actitud determinante del Gobierno de España para hacer entender que Doñana es una joya singular. Una joya a la que había que dedicarle, no sólo mucho tiempo de admiración, sino mucho tiempo de gestión y muchos recursos. Como las Tablas de Daimiel, el Mar Menor, el Delta del Ebro, son parajes y espacios singulares en los que el Gobierno ha tomado la determinación de invertir para que sigan manteniendo su singularidad, pero también para que a los ciudadanos que viven en ellos no les cree ningún problema.
Por primera vez en España se está actuando a favor de la gente que vive en los espacios naturales más importantes de España. Si vamos a cerrar pozos y si vamos a contener el regadío, debemos trabajar para que las personas que viven en estos lugares tengan alternativas. Que los ayuntamientos y los ciudadanos tengan fórmulas de desarrollo más allá del regadío. Que puedan vivir mejor junto a Doñana, porque un parque de esa envergadura, no nos engañemos, tiene limitaciones y hay que verlo, reconocerlo y actuar. Que la gente del lugar vea Doñana como una oportunidad y no como un impedimento.
Pero, finalmente, tuvo que ser Bruselas quien pusiera el grito en el cielo…
Bueno, Bruselas no solo puso el grito en el cielo. Bruselas nos condenó. Los tribunales europeos nos condenaron por tres cosas, dos de ellas atañen directamente a la Confederación.
Una fue que en la planificación que se hace a seis años. En el anterior plan hidrológico no aparecía de manera clara la persecución de las extracciones ilegales en el entorno de Doñana. Esa resolución de condena llegó después de que ese error ya hubiera sido subsanado, porque el nuevo plan sí lo contemplaba. Tenemos claro que si trabajamos gestionando el agua, tiene que existir determinación y decisión política. Si observamos que en Doñana se está detrayendo agua, nos guste más o nos guste menos, seamos de un partido político o de otro, tenemos que actuar para no saltarnos la legalidad.
Por otro lado, está el abastecimiento de Matalascañas. Una zona turística de Almonte en la que se extrae del acuífero agua legal. El máximo de extracción es de tres hectómetros cúbicos, que son totalmente legales, se extraen menos, concretamente 2,5. Pero los tribunales europeos nos condenaron porque algunos de los pozos de los que se extrae el agua están lindando con lagunas superficiales de Doñana que pueden verse amenazadas. Ya teníamos planificado que esos pozos más cercanos se iban a clausurar y a alejar. Esto ya está en ejecución y además ha sido declarada obra de emergencia, por lo que será más rápido. La Confederación ha cumplido.
¿Cuál será el futuro del agua en Andalucía?
El futuro general del agua viene marcado por el plan hidrológico. De aquí a 2027, nos hemos marcado alcanzar los objetivos ambientales cumpliendo con la directiva marco del agua. Tenemos que conseguir mejorar las aguas subterráneas, que las aguas superficiales no se vean afectadas por vertidos porque las depuraciones no sean las convenientes y, además, tenemos que ser muy eficientes.
En el plan hidrológico aparecen obras importantes para que, en este escenario de calentamiento global y tras trece años consecutivos sin uno solo húmedo y seis o siete secos o muy secos, lleguemos a ser muy eficientes.
En las presas se llevarán a cabo permeabilizaciones, canalizaciones y tomas para que no se produzcan pérdidas. En los canales, la misma medida. Además, hay planificadas conexiones entre presas, por ejemplo, en Jaén, entre Rumblar y La Fernandina para liberar más de 60 hectómetros cúbicos de agua reales. O en Córdoba, entre el embalse del Arenoso y Martín Gonzalo. Vamos a actuar en el canal de Guadalmellato y el de Albolote para evitar pérdidas de hasta el 20%. Se acaba de licitar la obra del primer tramo del canal del Bajo Guadalquivir que da regadío a 100.000 hectáreas. Se invertirán 35 millones de euros para la rehabilitación de ese tramo llamado Origen. Además de la obra de aumento de la eficiencia del Bajo Guadalquivir a través del canal, también llamada obra de la modernización del arroz, se invertirán 242 millones de euros en otros 5 tramos para maximizar el uso del agua de esas 100.000 hectáreas.
Se está actuando en la limpieza del embalse de Cordobilla, que se encuentra prácticamente colmatado por los lodos procedentes de prácticas agrícolas que generan erosión y que acaban en el río. La gente que riega con agua del Cordobilla tiene un serio problema que vamos a atajar con tres obras: limpieza, rehabilitación de un canal y una obra de emergencia que se licita esta semana. El objetivo es construir un canal artificial que vehicule el agua hasta las 31.000 hectáreas de regadío de la comunidad de regantes del Genil-Cabra y otras zonas del Genil. Son muchas las obras planificadas para aumentar la eficacia.
Pero, además, hay una planificación fundamental al margen de las obras que es, es la piedra angular de la planificación hidrológica: cero hectáreas nuevas de regadío. No vamos a tramitar ninguna nueva concesión, salvo las ya planificadas previamente que están actualmente en trámite. Esto es así desde el año 2005. Es una herencia que hemos mantenido y vamos a continuar. En el Guadalquivir está casi la cuarta parte del regadío de toda España, unas 900.000 hectáreas.
Estamos inmersos en una sequía cada vez más larga, intensa y recurrente, ya no hay margen. Hay que resolver el déficit estructural que tenemos con obras y siendo conscientes de que hemos llegado hasta aquí. Y los regantes lo apoyan, lo llevan apoyando desde el año 2005 porque saben que esto no es ir en contra del regadío.
La sequía que mayor daño produjo fue la que tuvo lugar entre los años 1991 y 1995, pero para esta sequía, que es la más amplia en el tiempo, la más intensa, estamos más preparados. El personal técnico y quienes presidieron en el pasado la Confederaciones lo hicieron bien en aquel tiempo. Hay una herencia recibida positiva, esa sequía nos marcó. Melonares, por ejemplo, como otros embalses, se programó por parte de aquella confederación a expensas de esa sequía.
La situación hoy no es la misma. Desde el año 1995 hasta 2024 han pasado diecinueve años de buena gestión. Por eso, ahora tenemos la garantía de que durante dos, tres o cuatro años cuando abramos nuestros grifos saldrá agua.