Muerte y destrucción
El pasado mes de abril Joe Biden, el presidente de Estados Unidos anunció la retirada de todas sus tropas en Afganistán tras 20 años de guerra. Desde entonces los talibanes han tomado el país con mucha velocidad, a mediados de julio ya controlaban la mitad de distritos del país. Desde el 6 de agosto, día en que los insurgentes se hicieron con la primera capital de provincia Zaranj, han ido tomando una tras otra hasta hacerse con el 90% del territorio del país Afgano (30 de 34 capitales) en menos de dos semanas. Finalmente haciéndose con Kabul este domingo 15 de agosto.
El presidente del país, Ashraf Ghani, salió del país tras un colapso en el gobierno por intentar detener el avance talibán, el cual resulta imparable desde mayo, coincidiendo con la retirada de las tropas estadounidenses y sus aliados.
“La seguridad de la ciudad está garantizada, no será atacada (…), y el trato es transferir el poder pacíficamente al liderazgo de una Administración de transición, si Dios quiere. Kabul está a salvo, pueden estar seguros”, ha dicho el ministro del Interior en funciones, Abdul Sattar Mirzakawal.
“No queremos ni un solo civil afgano inocente herido o muerto mientras tomamos el poder, pero no hemos declarado un alto el fuego”, ha declarado un jefe talibán en Doha (Qatar).
Pero todos estos mensajes de calma no evitaron así los miles de desplazamiento y los intentos por salir del país, tras que el miedo se apoderara de los 4,5 millones de habitantes de Kabul. Ya que estos habitantes tienen como recuerdo el régimen talibán anterior entre 1996 y 2001 donde la mala interpretación del islam se castigaba con penas inconstitucionales.
Las embajadas inician la evacuación de su personal, mientras que los ciudadanos de Kabul intentan sacar dinero en efectivo de los bancos a pesar de la restricción del gobierno, con la retirada únicamente de 2.000 dólares. El gobierno también a impuesto un toque de queda y los habitantes se hacen víveres en tiendas a punto de cerrar por inseguridad. “La gente tiene miedo de un posible saqueo generalizado por parte de hombres armados, delincuentes, secuestros, ataques y otros actos inmorales como las violaciones. Tememos que haya un vacío de poder”, ha afirmado un funcionario de 48 años.
“Veinte años después de la invasión, Estados Unidos está abandonando Afganistán y deja un desorden. No sabemos qué pasará con este país, pero todos hemos perdido la esperanza de mejorar la situación “, afirma un comerciante de alfombras de Kabul. “El mundo y los afganos deben responsabilizar a los líderes estadounidenses de iniciar esta guerra y, sin encontrar la manera de ponerle fin, irse ahora dejando a Afganistán en una situación peor que antes de la expulsión de los talibanes”, opinaba en medio de la incertidumbre.
“Es hora de que los líderes afganos se reconcilien y formen un Gobierno aceptable para todos. Los últimos 42 años de guerra demostraron que nadie ganará luchando, así que es hora de que forjemos un acuerdo, vivamos juntos y construyamos este país “, terciaba un maestro de escuela.
La guerra en Afganistán se inició como reacción a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Joe Biden declaró la retirada de las tropas con la esperanza de cerrar un capitulo nada glorioso y poder declarar que habían ganado la guerra contra el terrorismo internacional. Pero en 20 años no se ha ganado nada, no ganaron los que arriesgaron sus vidas, ni sus familias, no ha ganado nadie, y ahora se retiran dejando a un pueblo abandonado vergonzosamente.
Esta situación recuerda a la guerra de Vietnam en la que EEUU sufrió la perdida de más de 58.000 hombres y gastó miles de millones de dólares, pero pareció importarle poco el destino de Vietnam. Pero toda esa generación sufrió consecuencias físicas y psicológicas. Muchos han visto el fantasma de Vietnam en el conflicto de Afganistan, en los que EE.UU. sale habiendo sufrido miles de bajas y sin haber controlado a los insurgentes talibanes, quienes a día de hoy se imponen en todo el país. Con un coste de una guerra contra el terror de 2 billones de dólares. Dejando así una vez a un pueblo abandonado en medio del caos y la incertidumbre.