Foto: Carlos Ruiz-CSIC
Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Santa Olalla, la laguna permanente más grande de Doñana, se ha secado por completo por segundo año consecutivo. La Infraestructura Científica y Técnica Singular (ICTS) – Reserva Biológica de Doñana, dependiente de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), actualizó hace unos días su cámara de seguimiento de la laguna para ver su evolución. Finalmente, ayer se constató su completa desecación.
Desde que el centro de investigación comenzó a tomar datos sobre el espacio natural hace medio siglo, nunca antes esta imagen se había repetido dos años consecutivos, lo cual atestigua la grave situación en la que se encuentra el sistema lagunar de Doñana y, con ello, toda la biodiversidad que depende de él.
El Parque Nacional de Doñana fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1994 por su variedad de ecosistemas y la gran diversidad de especies que habitan en ellos, lo que lo convierten en un enclave único en Europa. Uno de estos ecosistemas está representado por el sistema de lagunas, que alberga una gran biodiversidad y es refugio de varias especies amenazadas y endémicas.
Sin embargo, en los últimos años, las lagunas de Doñana están sufriendo un serio deterioro, cada vez dura menos su periodo de inundación y muchas de ellas ya no llegan a inundarse, lo cual está afectando gravemente a la biodiversidad que sustentan. La desecación de Santa Olalla en verano es una de las mayores evidencias del deterioro del sistema de lagunas, indicando la ausencia de refugios acuáticos estivales para la fauna y flora acuáticas del manto eólico de Doñana.
Lo que revelan los últimos datos científicos
La ICTS – Reserva Biológica de Doñana, a través del Programa de Seguimiento, ha constatado que el ciclo hidrológico 2021-22 ha sido el año con los niveles de precipitación más bajos de los últimos diez años (283mm), lo que no ha mejorado mucho el año actual, en el que las precipitaciones caídas han sido similares (337mm hasta agosto). Además, en ambos años se están registrando temperaturas máximas muy elevadas y la mayor temperatura media anual (18,53°C) registradas.
Pero estos factores no son los únicos causantes del deterioro del sistema lagunar. En un estudio de la Estación Biológica de Doñana publicado este mismo año, con los datos recopilados durante 40 años, se constata que el 59% de las lagunas de mayor tamaño de Doñana han desaparecido ya. Este fenómeno está significativamente relacionado con las altas temperaturas y el largo periodo de bajas precipitaciones que está sufriendo Doñana; pero también con la sobreexplotación del acuífero que alimenta este sistema lagunar.
El 80% de estas lagunas se secaron antes de lo que se esperaría con los niveles de temperatura y precipitación registrados y el 84% se inundaron menos de lo previsto, lo cual evidencia que la actividad humana está alterando el equilibrio natural de las lagunas y está agravando el problema.
Además, también es preocupante que el 19% de las lagunas que aún se mantienen tienen más de la mitad de su cubeta invadida por matorral y pinos y solamente un 10%, principalmente localizadas en la vera, se mantienen en buen estado. E
n otro estudio publicado recientemente, la Estación Biológica de Doñana concluye que la invasión de las cubetas de las lagunas por vegetación terrestre es un buen indicador para detectar su progresivo deterioro y su inminente desaparición. Estos síntomas se detectan especialmente en la zona noroeste del parque nacional y en las lagunas más próximas a Matalascañas, incluyendo a Santa Olalla, en la que ya se observan densos juncales en la mitad de su cubeta inundable y masas de arbustos que han colonizado sus actuales orillas e islotes.
Un ecosistema en peligro
La mayoría de las lagunas de Doñana son temporales, y se inundan gracias al agua del acuífero que, cuando se recarga con las lluvias, alcanza el nivel de superficie, llenando sus cubetas e inundando de vida la reserva.
En la última década no se han producido años de grandes precipitaciones, reduciéndose la recarga del acuífero, que no ha sido suficiente para contrarrestar las excesivas captaciones de agua para consumo de la localidad turística de Matalascañas en el periodo estival y para los cultivos intensivos de fresa situados en los alrededores del parque, que han aumentado su superficie en más del 30% en los últimos 10 años.
Todo ello ha contribuido a reducir los niveles del acuífero, lo que impide que se inunden muchas lagunas o reduciendo el periodo que se mantenen inundadas, afectando a los ciclos vitales de las especies que viven en estos medios acuáticos
Las lagunas permanentes, que mantienen agua todo el año, son muy escasas en el parque, por lo que en este sistema temporal actúan como refugio de muchas especies. Hasta hace unos años, solo tres lagunas se consideraban permanentes: Santa Olalla, la laguna Dulce y la del Sopetón.
La única que podíamos seguir considerando permanente era Santa Olalla, aunque alcanzando escasa superficie inundada y elevadas concentraciones de sales en verano. Su completa desecación impide, por ejemplo, la presencia de peces. Cuando se secó en 2022, observamos la muerte de las anguilas que allí quedaban, una de las especies que actualmente se encuentran amenazadas. También estamos viendo cómo disminuye su población de galápagos.
Las recomendaciones de la comunidad científica
Desde la Estación Biológica de Doñana, se demanda la reducción urgente de la cantidad total de agua que se extrae del acuífero hasta unos niveles que permitan la recuperación del sistema lagunar y frenar la degradación del espacio natural. También sugiere actualizar el sistema de evaluación del estado del acuífero y realizar evaluaciones anuales de la disponibilidad de agua para definir las cantidades máximas de extracción permitidas y las medidas de ahorro que se deban adoptar.
Otra de sus propuestas es restablecer de forma urgente la gobernanza de la gestión del agua y la ordenación del territorio en la comarca de Doñana para que estén dentro de la legalidad vigente y, por supuesto, proteger al sector agrícola que opera bajo la legalidad frente a la pérdida de valor de marca de sus productos, frente a la competencia desleal de los productores ilegales y frente a la incertidumbre que les amenaza de cara al futuro.
Importante también es la instauración de la Comisión de Trabajo Doñana 2030, aprobada por el Consejo de Participación de Doñana, para avanzar de manera rápida y coordinada en la resolución de todos los problemas a los que se enfrenta Doñana, no solo los que respecta al acuífero, sino también entre otros, a la contaminación del agua o el intenso sobrepastoreo, que también está afectando al enclave natural.