Las últimas semanas para la Costa del Sol han sido de verdadera situación de emergencia, donde el turismo no se ha dejado apenas ver
La estampa más común en la Costa del Sol es ver al típico guiri paseando por playas y consumiendo en chiringuitos a píe de estas. El mes de agosto en la costa malagueña ha sido totalmente atípica, y es que bares y chiringuitos que debería estar a rebosar, apenas registraban un 20% de ocupación en los mejores casos. Los que sí han aguantado son los frecuentados por el turismo interior que de una u otra forma han mantenido a un sector que está a punto de cerrar el peor año en décadas con diferencia. Ni siquiera la crisis del ladrillo hizo sombra a lo que les ha venido encima a hoteleros y restauradores.
Un domingo cualquiera en una playa de Torremolinos dejaría abarrotadas las calles y chiringuitos de copas y snacks, y en una difícil situación para ocupar una mesa al cliente, ahora se ha producido todo lo contrario, lo raro ha sido ver alguno de estos a medio gas.