Doctor en Ciencias Químicas, tras el desastre de la mina de Aznalcóllar y el intenso proceso de limpieza de la zona coordinado entre administraciones, Antonio Santos centró su tesis en la especiación de metales pesados en la cuenca del río de Guadiamar. Su investigación, ligada al departamento de Química Analítica, no sólo incluía el estudio de esta cuenca, sino también la aplicación de una técnica analítica muy concreta al problema ambiental.
Muy vinculado a la Universidad, hoy sigue siendo colaborador honorario del Grupo de Análisis Químico Industrial y Medioambiental (ANQUIMED). Tras dedicar nueve años de su vida a la investigación ambiental y social en una empresa privada de aguas, en 2007 oposita y se incorpora a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, donde actualmente desempeña las funciones de jefe del Área de Análisis de la Información, Control y Vigilancia del Dominio Público Hidráulico
Para este funcionario convencido de su vocación, “prestar un servicio público es algo satisfactorio. Ves que tu trabajo tiene una repercusión positiva siempre sobre el interés general, que es lo que al final debe cuidar una administración.”
Aznalcóllar y la ribera del Guadiamar vuelven a estar de plena actualidad tras el anuncio de la reapertura de la mina. Es casi un experto en la zona, ¿qué aprendió tras su tesis del estado de esta cuenca?
El Guadiamar tiene diferentes fuentes de contaminación. Tiene una contaminación inherente a la zona que es de origen histórico, procedente de una mina que data de la época romana que ya derivaba aguas ácidas al río. Al río Agrio se le conoce así porque la presencia de metales en el agua provocaba este sabor. En otros tramos, la contaminación era de origen agrícola o de origen urbano.
Se trata de una zona muy característica por todo lo que la rodea y por su conexión a Doñana. Esta investigación nos permitía, a través de la especiación de metales pesados, conocer las diferentes especies metálicas y su relación directa con el medio. Es decir, un metal que está libre es un metal que posiblemente tenga una fuente ácida minera, un metal que está ligado a materia orgánica viene de otras fuentes de contaminación. Esto permitía a la vez determinar la fuente de contaminación en el tramo y también medir de algún modo las tareas de limpieza que se habían dado y su efecto.
La investigación está muy presente en su trayectoria vital y también en su conversación …
La Química Analítica y la investigación están directamente relacionadas con el progreso. Si cuentas con una metodología analítica que permita identificar no sólo contaminantes concretos, sino hacerlo en una concentración muy, muy pequeña, entonces eres capaz de investigar y progresar. Antes no existían determinadas técnicas y, por tanto, era imposible avanzar en algunas exploraciones.
Por ejemplo, hace unos años, no más de 15, surgieron los llamados contaminantes emergentes que, a pesar de causar problemas, analíticamente no eran fáciles de detectar en pequeñas cantidades en el medio ambiente. Hablamos de los derivados o los principios activos de medicamentos, por ejemplo. El ser humano los ingiere, los excreta, van a las aguas residuales y de ahí al medio ambiente. Poder determinar, mediante técnicas analíticas, principios activos de medicamentos en muy pequeñas cantidades nos da una idea precisa de lo que está pasando, porque somos capaces de medir perfectamente qué ocurre en un entorno urbano, qué medicamentos y en qué dimensión los está tomando su población.
En 2015 se aprobó una normativa centrada en esos contaminantes emergentes, que pueden ser muy nocivos para el medio ambiente en cantidades pequeñas y, ahora, ya somos capaces de detectarlos y trabajar en su neutralización. Durante la pandemia COVID se avanzó mucho en esta materia.
La investigación es esencial y los grupos de trabajo vinculados a ella hacen cosas verdaderamente interesantes. Aunque actualmente estoy más desvinculado porque el ritmo de vida no me permite dedicarle más tiempo, para mí es importante formar parte de ANQUIMED, los trabajos son muy buenos y este grupo dio un salto cualitativo importante cuando además fue capaz de conseguir financiación para adquirir equipos punteros.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en la medida de sus posibilidades tiene también presente la colaboración con la Universidad y con la investigación.
Es el jefe del Área de Análisis de la Información, Control y Vigilancia del Dominio Público Hidráulico, integrada en la Comisaría de Aguas de la CHG ¿Qué labor se lleva a cabo desde aquí en el día a día?
En esta área, que se creó hace cuatro años, se genera mucha información, tratamos una gran cantidad de datos para, posteriormente, tomar decisiones y actuar en la línea de cumplir los objetivos.
Además, están integrados diversos servicios. Por un lado, está el Servicio de Control y Vigilancia del Dominio Público Hidráulico, que es donde se integran los agentes medioambientales, conocidos como el servicio de guardería o la policía de aguas.
Por otra parte, está el Servicio de Valoración de Daños, que es el que valora los daños al dominio público hidráulico cuando hay infracciones administrativas.
Está también el Servicio de Ejecuciones Forzosas, que son procedimientos que derivan en la ejecución de forma subsidiaria de los requerimientos de un sancionador. Un ejemplo sería el cierre de pozos ilegales. Si, tras un procedimiento sancionador y un requerimiento de cierre de un pozo ilegal que no tiene opciones de regularización, el usuario no lo cierra por sus propios medios, vamos a un procedimiento que se llama de ejecución forzosa.
El Servicio de Usos Privativos por Disposición Legal. Es habitual que se intenten regularizar pozos pequeños para usos muy limitados. Se trata de pozos de menos de 7000 metros cúbicos y son muy numerosos en la demarcación. El proceso de regularización de esos aprovechamientos genera una labor administrativa muy intensa y se realiza desde aquí.
El Servicio de Aguas Subterráneas e Hidrología aborda el estado cuantitativo de estas aguas, sus niveles freáticos y piezométricos, la situación de las masas de agua de toda la demarcación… las subterráneas, pero también las masas de agua superficiales, ya que la hidrología aborda los caudales circulantes por los cauces.
Por último, está el Servicio de Registro de Aguas, que tiene dos labores fundamentales. Una, funcionar como un registro público que ofrece información al ciudadano o a otras administraciones, algo similar al registro de la propiedad: certificaciones, notas simples, inscripciones. Esta labor la realiza la Oficina del Registro de Aguas…Y, otra, que es tratar toda la información que aglutina el Registro de Aguas de cara a la toma de decisiones; por ejemplo, la planificación hidrológica, saber los recursos que tienes concedido en una masa de agua o en un río.
El Registro de Aguas recoge datos relacionados con el título del derecho y sus características; por ejemplo,la delimitación de los puntos de toma, sabemos dónde está cada pozo, qué derecho tiene cada pozo, qué volumen de agua anual corresponde a cada usuario… Esto está perfectamente controlado en el Registro de Aguas, digitalizado, informatizado, cartografiado.
Si llevas a cabo un control volumétrico e incluso aplicas otros datos, como los piezométricos, puedes llegar a detectar captaciones ilegales en una zona determinada.
En definitiva, esta área tiene la función de garantizar que los servicios sigan funcionando con las atribuciones que tienen, pero, además, que todos los datos estén centralizados, de forma que se puedan tratar para la toma de decisiones y también ofrecer la información a otras áreas.
¿Qué procesos de innovación está implantando actualmente el área?
La realidad es que estamos en una constante modernización. Principalmente con herramientas tecnológicas e informáticas que permiten prestar un mejor servicio al ciudadano, pero también para la toma de decisiones sobre el terreno. Por ejemplo, para que los agentes medioambientales puedan realizar sus planes de inspección.
Hace poco también pusimos en marcha un portal web que presta asistencia al regante en todo lo relacionado con el cumplimiento de caudales ecológicos, con indicaciones similares a las de un semáforo y acompañado de gráficas que aportan información importante. Esta herramienta se nutre del tratamiento de los datos obtenidos del SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica) en tiempo real. Está siendo una medida con bastante acogida y se está exportando a otras Confederaciones.
A través de convenios con la Universidad estamos avanzando en un desarrollo informático muy particular, basado en el big data, con el que por ejemplo pretendemos implantar la telemetría de contadores volumétricos o confeccionar un gemelo digital de la cuenca.
Seguramente, el futuro sea muy distinto a la actualidad, porque la inteligencia artificial terminará siendo una realidad también aquí en la Administración.
Cada etapa viene marcada por algún hito. ¿Cuál considera que podría ser el más reciente?
El cierre de pozos ilegales de 2019 es un hito tan importante que marcó un antes y después en Doñana. Se consiguió algo que nadie creía que pudiéramos hacer.
Hay ahora un Marco de Actuación específico de Doñana para la regularización que parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y que con una dotación económica constituye la apuesta por un proyecto de territorio que, al tiempo que dinamiza e intensifica la transición ecológica, permita mejorar las condiciones sociales y económicas de la zona.
Pero no sólo actuamos en Doñana, la demarcación es muy grande y tenemos presencia en toda ella.
¿En líneas generales diría que los agricultores están concienciados con la situación actual?
Pienso que sí. El agricultor es consciente de la situación porque es el primero que la sufre.
Estamos en una demarcación que está muy regularizada, muy intervenida, donde apenas existen caudales para otorgar nuevos aprovechamientos y, por lo tanto, no necesariamente todo lo nuevo se puede regularizar.
Con respecto al agua, no solo debemos tener en cuenta la circunstancia de la escasez del recurso, evidentemente la disponibilidad de agua fluctúa y una concesión no te garantiza ese caudal. Con eso tiene que contar un agricultor.
Por otra parte, tienen unos costes asociados importantes como el eléctrico para bombear agua. No creo que ningún agricultor se plantee jamás desperdiciar agua porque además de costarle dinero, también están ambientalmente cada vez más concienciados. Vienen de pasar muchas dificultades.
Después de todas las circunstancias que se han dado de sequía, el agricultor de la Demarcación del Guadalquivir tiene un máster en sequía, no hay que explicarle cómo se gestiona el recurso.