Como secretaria general de UGT Andalucía la mayor parte de mi labor ha sido sindical, pero hay una faceta institucional que, en parte, es política, así que veo un cambio relativo. Sí, por ejemplo, echo de menos la negociación de los convenios colectivos que, aunque es un trabajo que corresponde a las federaciones o sectores, durante estos nueve años y medio he tenido el honor de acompañarlos en conflictos muy importantes en Andalucía.
Pero me enfrento a este nuevo reto con mucha ilusión porque la política siempre me ha atraído. Aunque ha pasado aún poco tiempo, creo que ambas cosas, política y sindicalismo, están muy relacionadas. ¿Qué nos importa a ambos? Desde luego, el bienestar de los ciudadanos y de la clase trabajadora. Si tienen un salario y unas condiciones dignas de trabajo, esto repercute en sus familias y, a su vez, en el conjunto de la ciudadanía. Cuando se dan dificultades en el empleo, cuando existe un problema de vivienda, de sanidad o de educación se genera sufrimiento y la política, como la medicina, debe estar para eso, para aliviar el sufrimiento.
Los dirigentes sindicales suelen marcar distancia con los partidos políticos insistiendo en que sus organizaciones son independientes. Usted nunca ha tenido ningún pudor en admitir abiertamente su afinidad con el Partido Socialista … ¿Le ha generado esto algún problema en su sindicato?
Nunca ha sido un problema porque en UGT muchos compañeros tienen la doble militancia, otros no. Es habitual en cargos orgánicos, después están los afiliados y afiliadas, pero no he tenido problema por que sepan que yo soy del Partido Socialista.
Es curioso, pues no fui yo quien lo hizo público o habló de ello, fue un medio de comunicación y, a partir de ahí, no lo he negado. Verdaderamente, los propios estatutos de la organización hablan de su base ideológica socialista. Por otro lado, el fundador de ambas organizaciones, la política y la sindical, es el mismo. Durante mucho tiempo fuimos de la mano, se exigía la doble militancia y para estar afiliada al Partido Socialista tenías que estar afiliada a UGT. Es en 1988 cuando se produce una disrupción, a partir de la Huelga General del 14 de diciembre, con Nicolás Redondo (padre) al frente del sindicato. Es entonces cuando dejó de exigirse esa doble militancia.
Es cierto que hoy forman parte del sindicato compañeros y compañeras que pertenecen a otras ideologías políticas y eso tampoco es un problema, siempre que prime el respeto y la tolerancia por encima de todo.
Tras casi diez años al frente de la UGT Andalucía, los más difíciles de su historia. ¿Qué grandes retos quedan pendientes a la mayor federación de España? ¿Qué buenos recuerdos y qué sinsabores se lleva?
Tengo muchos recuerdos positivos. He tenido la oportunidad de conocer a gente maravillosa, personas que me han aportado mucho y que se han convertido en parte de mi familia. Tenemos dos familias: una, con la que compartes ADN y otra, con la que compartes ADN emocional, por así decirlo. La UGT es parte de mi familia emocional y nunca voy a perder ese vínculo. Sigo siendo afiliada, militante y una persona comprometida con el sindicalismo de clase.
Yo me quedo con los retos conseguidos en momentos muy importantes. En el marco de la pandemia, cuando todos lo hemos pasado tan mal y más de 14.000 andaluces y andaluzas han fallecido por COVID-19, en esos momentos, pude firmar con el respaldo de una organización como UGT, con 135 años de historia, acuerdos importantes para la gente. Por poner un ejemplo, un suplemento de 200€ con el que muchas familias que estaban en ERTE y cobraban poco pudieron llenar el frigorífico. Para mí esos son buenos recuerdos.
Evidentemente, también tengo malos recuerdos, sobre todo relacionados con mi llegada al sindicato. Me tocó una época muy difícil y además no tenía conocimientos sindicales, yo no venía del mundo sindical, venía del mundo hospitalario, de la gestión sanitaria y no sabía qué era la negociación colectiva o la concertación social. No me quedó otra que aprender mucho y rápido, para ello fue imprescindible el estupendo personal técnico que tiene la organización.
El mayor sinsabor que me llevo es el de saber que, durante diez años, la UGT Andalucía ha sido vulnerada en su derecho constitucional a la presunción de inocencia. El juicio aún no ha tenido lugar y es un proceso que yo ya me encontré iniciado en las diligencias previas. Después de 10 años, no hay ninguna sentencia condenatoria: no hay caso UGT. La UGT no está imputada penalmente. Sería, en todo caso, responsable civil, obviamente, como todas las organizaciones que tienen responsables que pueden haber actuado de una u otra manera. Pero, a mis compañeros y compañeras se le ha negado el derecho a una defensa legítima mediática, ha habido una condena social sin existir la condena de un tribunal. En España, la presunción de inocencia es un derecho constitucional, he discutido con muchas personas por esto, intentando hacer una labor pedagógica. Yo espero que todo se solucione, se ponga blanco sobre negro y los compañeros resulten absueltos de este proceso.
Sobre los principales retos que el sindicato tiene por delante, está el de seguir incorporando mujeres a los cargos de dirección y a la afiliación. Se están dando pasos importantes a la hora de igualarse los porcentajes en afiliación, consecuencia lógica de la participación de la mujer en el mundo laboral. Aún predominamos nosotras en los sectores que ya conocemos, el sector de servicios públicos, el sector de cuidados, dependencia y el de servicios privado, el comercio, la hostelería…
También está el reto de la incorporación de los jóvenes, que están participando cada vez más. Deben tener la conciencia de que los derechos laborales no surgen de la nada, hay que conquistarlos y, una vez conquistados, hay que mantenerlos. Porque si aparece una nueva normativa que te los quita, los pierdes de un día para otro. Así ocurrió con la reforma laboral de 2012. Hasta hace poco, por ejemplo, se mantenía en el Estatuto de los Trabajadores el artículo 52.d) por el cual, estando de baja y con un parte médico, tu empresa te podía despedir. Eso ya es historia, pero nunca se sabe si en caso de entrar un nuevo gobierno de menor sensibilidad progresista, decide volver a introducir este articulado en la norma revirtiendo nuevamente este derecho.
La participación de los jóvenes es imprescindible por las nuevas formas de trabajo: el teletrabajo, la robotización, la digitalización, los algoritmos, etc. Estamos en una nueva época y las regulaciones deben adaptarse a ello. Justo en este tema tenemos un problema nuevamente las mujeres, pues escasamente un 10% de ellas se dedica a la computación y a la creación de algoritmos, así que ya de entrada existe un sesgo de género.
Hemos sido pioneros con la “Ley Riders”. Creo que actualmente en Andalucía son unos 15.000 los trabajadores los que pueden acogerse a ella y Europa se ha pronunciado de forma positiva reafirmando esa línea.
Otro asunto que me preocupa es la Inteligencia Artificial, es necesario regularla. La IA está muy bien, siempre que sea un instrumento para ayudar al ser humano.
Finalmente, uno de los retos en los que UGT lleva ventaja es la transición energética. El sindicato ha dado pasos de gigante con las secretarías de medio ambiente y transición energética que creamos en el congreso de 2021.
¿Cuál ha sido su relación con la Junta de Andalucía durante esta etapa popular? ¿Con Juanma Moreno y el resto de los miembros del gobierno?
Ha sido cordial, de entendimiento, siempre entendiendo que tenemos unas posiciones ideológicas y unos valores diferentes. Pero la relación tanto con Juanma Moreno, como con el resto del equipo de gobierno no ha sido mala. Mentiría si dijera lo contrario. Han existido puntos en común que nos han permitido llegar a grandes acuerdos durante mi etapa y, en relación con la sanidad o la educación, hemos tenido puntos de desencuentro, lo lógico y normal en una relación entre organizaciones sindicales y gobiernos.
Creo que en las relaciones institucionales debe existir tolerancia, respeto y cordialidad. Es fundamental, porque al final quien se va a beneficiar de ello es el conjunto de la ciudadanía.
¿La veremos en la política andaluza?
Estoy ahora enfocada en la gestión política nacional y, la verdad, es una etapa que quiero vivir intensamente. Es mi primera vez en el Congreso de los Diputados y estoy ilusionada con lo que pueda hacer por mi provincia y por un país al que quiero. Así que por ahora política nacional.
Ha sido la primera mujer secretaria general de la UGT Andalucía y ha conseguido normalizar un sindicato, como apuntaba, en plena convulsión. ¿Qué retos personales y políticos se marca en esta etapa como diputada de las Cortes?
Primero, seguir aprendido. La política nacional es distinta a la local, que es la que yo hasta ahora he podido conocer y muy de pasada. En la política a nivel nacional yo represento a la provincia de Sevilla, voy a estar muy atenta a aquello que esta necesite. Pienso visitar la provincia entera, todos los pueblos. Quiero dar las gracias por ese apoyo masivo que el Partido Socialista Obrero Español ha tenido en la provincia de Sevilla. Estoy muy orgullosa de ese resultado, quiero darles la confianza y conocer exactamente cuáles son las necesidades en las que un gobierno central progresista puede influir positivamente.
En la política nacional se abre una etapa de muchos retos. Después de salir de una crisis sanitaria como la que hemos vivido, gracias al escudo social impulsado por el gobierno central, quedan aún muchas necesidades. Desde el trabajo hasta tener una vivienda digna. De eso me voy a ocupar y preocupar, de escuchar a la gente. Los políticos tenemos que estar en eso, en escuchar a la gente y saber qué piensan. La vocación pública es eso y si una se sirve para ello no debe estar en política. Si no sintiera la política como una vocación de servicio público me volvería a mi plaza en el hospital, puedo asegurar que el fonendo también lo echo de menos.
En definitiva, hay muchos retos por delante. Sobre todo después una crisis tan tremenda que ha removido los cimientos de la ciudadanía, algo que jamás imaginamos que pudiera pasar. Y si nos referimos a la situación actual de la sanidad, hay muchísimo que trabajar. De eso justo tuve la oportunidad de debatir ampliamente este viernes pasado en Valencia en unas interesantes jornadas organizadas por SEMERGEN, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria de España. Deben tenerse muy en cuenta los debates y análisis que se abordan en estos foros.
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, viene de Cataluña. ¿Cómo se ha vivido el conflicto catalán en el sindicato? ¿Cuál es su visión? ¿Se rompe España?
Pepe Álvarez conoce muy bien Cataluña. Él es de Belmonte, un pueblo de Asturias, pero llegó a Cataluña a los 18 años. Siempre nos trasmitió mucha tranquilidad con respecto a cómo se debía gestionar el conflicto en Cataluña. En la época más complicada, en torno al 1 de octubre del año 2017, él siempre insistía en que la base fundamental era el diálogo. Que debía haberse evitado una situación así que generó incluso enfrentamientos dentro de las propias familias. Y así ha sido, al final se ha demostrado que el diálogo y la sensatez han sido fundamentales para que Cataluña hoy esté viviendo un momento de convivencia que no veíamos desde hace mucho tiempo.
España no se va a romper. Cuando gobierna la izquierda siempre surgen voces que anticipan que España se rompe por una u otra cosa. Si así fuera, estaría hecha añicos ya. España es mucho más que aquello que la derecha de este país quiere hacernos ver, es mucho más que los símbolos (que desde luego son importantes), pero este país es muy rico, muy diverso, dialogante y tolerante y estoy convencida de que ese es el mejor camino para la convivencia.
¿Cuál es su vaticinio? ¿Habrá gobierno o iremos nuevamente a las urnas?
Más allá de un vaticinio con el que yo pueda o no acertar, lo que realmente le interesa y necesita este país, en este momento concreto, es que haya un gobierno progresista como el que ha habido. Creo que el gobierno más social de la historia reciente de España, capaz de abordar todas las reformas y medidas necesarias para contener la destrucción de empleo que hubiéramos vivido durante la COVID-19, un mecanismo para sostener a casi tres millones y medio de trabajadores y trabajadoras que estaban en ERTE en España, de los que quinientos mil eran andaluces y andaluzas.
Seguimos necesitando un gobierno progresista que continúe su agenda. No olvidemos que se ha hecho todo lo posible para sostener el sistema público de pensiones, derogando la ley totalmente injusta y unilateral de Mariano Rajoy, que hizo que las pensiones crecieran solo 0.25% al año, independientemente del IPC. Todo lo que ha tenido que ver con la materia laboral. Y todo aquello que tiene que ver con la igualdad de oportunidades y sobre todo lo que nos refiere a nosotras, a las mujeres. Con normas que han hecho que se ponga en valor el talento femenino y se tenga en cuenta el impacto económico tan importante que este tiene en el PIB.
Es necesario, independientemente de lo que cada uno pueda vaticinar, que exista un gobierno que avance en derechos y no un gobierno de las derechas que lo único que hace cuando gestiona una crisis es recortar derechos y recortar los salarios, con la consecuencia que ello tiene además en la prestación de los servicios públicos y la precariedad que termina imperando en el mundo laboral. Así que estoy convencida de que habrá pronto un gobierno progresista. Por supuesto, con Pedro Sánchez como presidente.
En su inclinación ideológica hacia el Partido Socialista tiene mucho que ver su infancia y una figura imprescindible en su vida, la de su madre. ¿Cuál fue su influencia?
Es así, en mi ideología afín al Partido Socialista hay una figura totalmente insustituible que es mi madre. Ella me enseñó mucho socialismo, el socialismo de una mujer trabajadora, obrera y jornalera en una época muy complicada de este país. La guerra y la postguerra. Murió hace nueve años, dejándonos a todos los hermanos ese hueco irremplazable que deja una madre. Pero fue una mujer fuerte, decidida, con las ideas muy claras, socialdemócrata y feminista. La verdad es que me influyó muchísimo en mi marcada inclinación ideológica. Yo digo que el socialismo está en mi ADN gracias a mi madre. También me educó en los valores del respeto a las personas, la tolerancia y la honestidad.
Echo muchísimo de menos a mi madre y en muchos momentos me encantaría que me diera un consejo sobre situaciones que he vivido recientemente. Pero le doy las gracias por haberme educado así y solo querría parecerme a ella.
Hizo sus primeros pinitos en política en su pueblo, en la política local. ¿Cree que la política nacional está hoy en día alejada de la municipal y las grandes necesidades de la gente? ¿Cuánto daño han hecho la crispación y el espectáculo político de las cámaras en la desafección ciudadana?
Sí, mis primeros pinitos fueron en la política municipal. Estuve cuatro años de concejala en mi pueblo, hace ya bastantes años. Fueron cuatro años duros porque no estaba liberada, trabajaba en el hospital de San Lázaro de Sevilla, que está a más de ochenta kilómetros de mi pueblo, saliente de guardia, me iba a Écija y volvía.
De la política local tengo un gran recuerdo, el de la cercanía con la gente. Soy una gran defensora del municipalismo, implica estar ahí siempre, al pie de cañón. También es cierto que es una labor muy exigente a la que le dedicas las veinticuatro horas del día, igual estás paseando al perro o estás con tu pareja y te cruzas con tu vecino que tiene un problema y lo tienes que atender, porque además es algo que te sale solo. La política municipal es otro nivel.
Luego están los compañeros en Madrid, la política nacional tiene otras connotaciones, pero muchos de ellos han pasado por la política municipal. Yo todavía tengo que vivir esta experiencia, pero tengo algo muy claro: quiero hacer mucha vida en mi provincia y visitar los pueblos. Quiero saber cuáles son las necesidades de la provincia y trasladarlas al Congreso. Quiero contribuir a que las necesidades que tiene la población aquí en Sevilla se cubran. Existe una teoría filosófica de Abraham Maslow que precisamente dice que toda necesidad que no se cubre genera un problema. Bastante tienen los ciudadanos con los problemas actuales como para que los políticos no sepamos darles solución y, encima, les creemos otros. Así que en eso voy a estar estos años que me quedan por delante como diputada.
Respecto a la crispación, pienso que los políticos tienen derechos, evidentemente, pero también tienen deberes. Y uno de ellos es el deber de no crispar a la sociedad con sus comportamientos. El Congreso de los Diputados lejos de convertirse en un ring de boxeo, debe ser un lugar de debate sosegado. Se puede debatir con vehemencia si se quiere, pero sin faltar la que considero una línea roja, la falta de respeto a tu adversario político.
Lo que vivimos estas últimas semanas durante la investidura fallida de Núñez Feijóo, a propósito de los insultos al presidente del gobierno -que es el presidente de todos los españoles-, es inaceptable.
La formación ha sido una constante en su vida, tiene un gran currículum que sigue ampliando… pero su gran vocación fue la enfermería. ¿De dónde le viene?
El currículum tiene mucho que ver con mi necesidad de aprender. Hay muchas cosas que he aprendido de la vida que no tienen una traslación al currículum, porque no te dan un famoso certificado o el diploma correspondiente siendo también importantes.
La primera carrera que hice fue la de enfermería. La terminé a los veintiún años, con la alegría de haber cumplido la promesa que le hice a mi padre cuando tenía siete. Él padecía una disnea bastante incapacitante por una enfermedad obstructiva crónica. Probablemente fuese un cáncer de pulmón no diagnosticado y le prometí que yo iba a ser la enfermera que le pondría las inyecciones. Y bueno, terminé dedicando veinte años de mi vida a tratar pacientes de medicina interna entre los que hubo pacientes como mi padre, con insuficiencia respiratoria.
No descarto pasar los últimos días de actividad antes de la jubilación incorporada a mi trabajo en el hospital, porque realmente es un trabajo que me apasiona. Admiro a todos mis compañeros y compañeras, han sido capaces de hacer de la enfermería una profesión de referencia.
Después, disfruté mucho estudiando psicología y también derecho. No me colegié, pero soy licenciada en derecho y ciertamente sigo estudiando, estoy aún con la tesis doctoral que espero tener algún día, aunque ahora es muy complicado con esta actividad. Pero vamos hacia adelante, ampliando horizontes y aprendiendo.
Es una persona muy familiar que cada vez que puede se escapa con los suyos a su Écija natal ¿Cómo llevan sus hermanas, con las que le una estrecha relación, no tenerla lo cerca que quisieran?
Soy bastante familiar, la pequeña de ocho hermanos que viven en Écija. Cada vez que puedo paso los fines de semanas allí con ellos, me sirve para cargar pilas. Me encanta mi pueblo, es el sitio donde quiero vivir cuando ya no tenga actividad laboral.
Mis hermanas llevan francamente mal que no pueda pasar más tiempo con ellas. Y ahora me preguntan que cómo me voy a ir a Madrid, se les hace duro que tenga que pasar varios días allí. Pero también están muy orgullosas, sé que tengo un apoyo en ellas, el más grande que puede tener una persona: su familia y su pareja. Así que cada vez que puedo, desde luego, compenso esa ausencia dedicándoles tiempo juntos.
Uno de sus perros, Felipe, se llama así por el primer presidente socialista. ¿Le mantendrá el nombre después de las últimas declaraciones?
Soy una gran amante de los animales y en concreto de los perros. Tengo perros desde que vine al mundo, mis padres me regalaron el primero, Bartolo, el día que nací. He tenido tres llamados Felipe. El primero fue, efectivamente, por el presidente del gobierno (risas), el segundo también y al actual lo llamé igual por seguir la tradición de los anteriores.
Pero, más allá de la anécdota, me gustaría que Felipe González hiciera otro tipo de declaraciones. Yo he sido una gran admiradora del expresidente y últimamente tengo sensación de tristeza porque ya no es lo que recuerdo de él. No es la persona que yo tenía idealizada porque hice la carrera con beca, gracias a su gobierno o por todo lo que ha hecho por este país. Eso es innegable, pero últimamente no entiendo que no apoye que haya un gobierno socialista. Puedo entender que tenga ideas diferentes, pero me gustaría otra vez volver a escuchar a ese presidente al que pasaba horas escuchando casi sin parpadear. Pero bueno, a mi Felipe canino ya no le vamos a cambiar el nombre, él es feliz y se siente identificado con su nombre.
Dicen de usted que, en las distancias cortas, en su faceta más personal, es alguien que disfruta de las pequeñas cosas de la vida. ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
De las cosas que más disfruto en mi vida personal es del fútbol, soy muy aficionada, me gusta seguir la Liga y, aunque resulte raro, soy del Athletic de Bilbao (esto tiene una historia detrás).
Ahora he empezado a pintar, soy autodidacta y pinto en acrílico. También me gusta ver series de miedo en televisión y la lectura tranquila, sobre todo de temas jurídicos. Compartir ratos con los amigos de toda la vida, a los que me unen más de treinta años de relación, reír con ellos es fundamental. Hay que reír más.
¿Cuál fue último viaje?
Por trabajo viajo bastante. Por placer he estado recientemente varios días en Aracena. Me gusta la Sierra, aunque mucho más entrado el frío. Pasé unos días de verano en el Cabo de Gata que es uno de mis sitios favoritos. Tuve también la oportunidad de hacer un viaje a Egipto, una de mis ilusiones. La verdad es que me gustaría viajar más por placer y conocer sitios nuevos en compañía de mi pareja y de mi familia. Tenemos zonas, sobre todo nuestra querida España y nuestra querida Andalucía, maravillosas. Así que esperemos a ver cuál será el próximo destino.
¿La última película que vio?
Bueno, mi última película realmente no ha sido una película, ha sido una serie que me he bebido a ratos, por la noche sobre todo cuando estaba en casa. Soy una amante de Edgar Allan Poe y os recomiendo la adaptación de su obra La caída de la casa Usher. Magnífica, me encantó.
¿Qué libro está leyendo?
Voy a empezar ahora El lector de Julio Verne (Episodios de una guerra interminable 2), de una de mis escritoras favoritas, Almudena Grandes. Lo empiezo en breve, porque acabo de terminar uno de carácter científico y tocaba empezar uno de ocio que me despejara la mente.
Por último, no querríamos abstraernos de la actualidad internacional más dramática: la guerra entre Israel y Palestina cuyas imágenes nos hielan la sangre estos días…
Me parece tremendo, es algo que me encoge el corazón, mucho dolor, mucha pena y mucha impotencia. Hay que condenar tajantemente los ataques terroristas perpetrados por Hamás, hay que exigir la liberación inmediata e incondicional de los rehenes. Desde luego, se reconoce a Israel el derecho a defenderse, pero dentro de los límites marcados por el derecho internacional humanitario. Pero es necesario distinguir a la población palestina de ese del grupo terrorista, proteger a la población civil de Gaza.
Hay que llegar a un acuerdo sin dilación. Alcanzar una solución viable que garantice la paz, la estabilidad y la seguridad es fundamental. Es la postura y la voluntad del Gobierno de España y la de Naciones Unidas. Esperemos que ese ansiado acuerdo de paz llegue pronto porque es la verdad: se nos hiela la sangre y se nos encoge el corazón.