En un espacio político como el actual, en el que la crispación se hace insufrible y los decibelios superan cualquier límite tolerable, resulta cada vez más complejo toparse con discursos políticos de argumentos hilados y voces pausadas.
Inma Nieto podría presumir de ser de las pocas políticas capaces de lanzar las más duras críticas sin perder las formas y el buen tono. Sin embargo, la portavoz de Por Andalucía en el Parlamento andaluz es más proclive a la modestia y a la autocrítica: “Está claro que, si no dices lo que no debes, jamás te van a sacar este corte. Quienes tenemos el honor de hablar en nombre de otras personas debemos también hacer un ejercicio de contención para no contribuir a esa espectacularización del debate público”.
Nacida en Algeciras a principios de los 70, Nieto es una enamorada de su familia, se siente afortunada por contar con un compañero de vida y una hija excepcionales. Es también una perfecta embajadora de su pueblo: “Soy del Campo de Gibraltar y me gusta reivindicar mi tierra. Contamos con tres parques naturales y un patrimonio maravilloso, somos además la prueba de que el mestizaje cultural es algo muy positivo. No podemos negar que hay una realidad dura (en referencia al narcotráfico), pero me da mucha pena que esta pueda condicionar la imagen que se proyecta de un lugar hasta el punto de que quienes no lo conocen no se sientan invitados a visitarlo. Es una zona que merece la pena ser vivida y disfrutada libre de prejuicios, quienes así lo hacen se llevan una sorpresa muy grata.”
La política deja poco tiempo al espacio personal y al ocio, Inma Nieto confiesa que le gusta viajar, pero lo hace poco por placer. Hace muchos kilómetros por trabajo y eso sí le ha permitido reafirmarse en su convencimiento de “lo bonita que es Andalucía”. Es poco el tiempo libre para leer otros temas al margen de los propios de su labor. Actualmente se halla inmersa en la lectura Los europeos, de Orlando Figes. Un libro que “cuenta cosas interesantes de la cultura europea, de cómo el ferrocarril transformó la mentalidad europea al conectar a gente de los distintos países o cómo comenzaron los derechos de autor”.
NARCOTRÁFICO EN LA ZONA DEL CAMPO DE GIBRALTAR
Los recientes acontecimientos que han costado la vida a dos guardias civiles vuelven a poner el foco del problema del narcotráfico en una zona castigada socioeconómicamente como la zona del Campo de Gibraltar ¿Cuál es su análisis? ¿Qué vuelve a fallar una y otra vez? ¿Qué opina sobre las voces que cargan contra el ministro de Interior?
Las zonas de frontera comparten el mismo problema, son lugares por los que se introducen sustancias ilegales y en los que se genera un caldo de cultivo para las mafias. Si, además, la zona está deprimida en términos económicos es más fácil que la economía criminal arraigue, de forma que son necesarios muchos recursos materiales y humanos para combatirla.
Hay muchas reflexiones que hacer. En el contexto actual, con los asesinatos recientes, lo que toca es poner sobre la mesa qué puede hacer cada administración para mejorar la dotación puesta a disposición de los efectivos.
Pero también tenemos que reflexionar sobre los motivos que nos llevan a ser uno de los países que más droga consume, o sobre por qué hay un estigma sobre los pueblos invadidos por el narcotráfico por su ubicación geográfica de acceso ilegal y, sin embargo, tal estigma no pesa sobre otras poblaciones con índices de criminalidad mayores. Es el caso, por ejemplo, de Marbella. Es como si miráramos el narcotráfico desde otro ángulo.
Hay una doble moral que repudia la vertiente criminal del narcotráfico y, a la vez, también habla de la captación de inversión extranjera sin reparar en la procedencia de ese dinero, incluso poniéndole alfombra roja para establecerse en Andalucía. Deberíamos preguntarnos si, quizás, ese dinero disfrutado y gastado en nuestra tierra viene manchado de episodios tan dolorosos como el que hemos vivido hace unos días.
Todo forma parte de una misma cadena, desde el chaval que da el aviso desde una esquina hasta quien mueve los hilos desde una urbanización de lujo, lejos de Barbate o del Campo de Gibraltar. Tan criminal o delincuente es un eslabón como otro. Como sociedad debemos hacer una reflexión: no podemos ir por la mañana a una concentración de repulsa por el asesinato de dos Guardias Civiles y por la noche al reservado de vip de un local de moda donde se consume droga.
Es comprensible que se ponga el foco en el ministro Grande-Marlaska. Al final, no deja de ser el máximo responsable del ministerio de Interior y es lógico que haya una presión sobre él parar reclamar la mejora de los medios que hacen falta.
También es verdad que descontextualizar no ayuda a que se perciban los esfuerzos que se están haciendo. En los últimos años han mejorado los recursos puestos a disposición de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en toda la zona. De la misma manera, es igual de cierto que durante el anterior gobierno del Partido Popular se produjo un verdadero desmantelamiento. Se habla de lo deficitarias que son las lanchas comparadas con las de los narcos pero, hasta hace muy poco, el problema no era que las embarcaciones fueran mejores o peores, era que no había combustible para salir a patrullar.
Es necesario un debate más honesto. La policía portuaria de Barbate, por ejemplo, que es competencia autonómica, está en una situación tremendamente precaria: sin uniformes y sin armas.
DE LA POLÍTICA LOCAL AL PARLAMENTO ANDALUZ
Pasó de concejal del ayuntamiento de su pueblo, Algeciras, al epicentro de la política autonómica, el Parlamento andaluz. ¿Qué supuso este cambio? ¿Se ve con responsabilidad en la política nacional?
La realidad es que no me veo, me ha costado mucho trabajo tener una visión de cómo es la política andaluza, un conocimiento aproximado de cómo son nuestras relaciones sociales, económicas y productivas y me siento muy cómoda al tratar todos los días de desplegar ese proyecto político nítidamente andaluz. Me gusta lo que hago ahora y no me planteo otro escenario.
Cuando pasé del ayuntamiento de mi pueblo al Parlamento andaluz, me quedé muy sorprendida. Me estrené como diputada en el cogobierno del Partido Socialista con Izquierda Unida, tras las elecciones en que Javier Arenas sacó 50 diputados y, créame, no era una vida parlamentaria idílica comparada con la de ahora. El tono de los debates era muy agresivo. En comparación con la dinámica de los debates plenarios de mi ayuntamiento fue algo que me impactó.
Ciertamente existe mucha crispación, pero también hay muchas horas de debate constructivo. La inmensa mayoría de las personas de cualquier tendencia ideológica que se dedica a la política pone todo el esfuerzo que puede en hacerlo bien. No es menos cierto que, a veces, esa espectacularización de la que hablamos lleva a que lo que finalmente se difunda tenga más que ver con el minuto de menor acierto que has tenido.
EL CONTEXTO DE LA CRISPACIÓN
En ese contexto de crispación que menciona ¿Cree que hay herramientas suficientes para evitar que se sobrepasen límites como el de la falta de respeto o el insulto?
Las hay. Solo hace falta que cada cual asuma el papel que debe jugar. En el ámbito del Parlamento andaluz, por ejemplo, que la presidencia del Parlamento asuma su papel y que los diputados y diputadas tengan indicaciones claras en su grupo sobre cuáles son los límites. Perimetrar bien los debates. También creo que, en ocasiones, la prensa elige, focaliza y eleva a la categoría de polémica o de gran debate en la conversación publica elementos que han sido muy accesorios, frente a un contexto de debates mucho más largos en los que se ha estado hablando de empleo, de sanidad pública, de bienestar social o de educación pública. También sobre esto habría que hacer una reflexión colectiva, cuánto contribuye cada cual a que se eleven los grados y la tensión en torno a la cosa pública.
ETA Y CATALUÑA EN EL DEBATE POLÍTICO ANDALUZ
¿Se ha forzado la “nacionalización” del debate político andaluz por parte del Partido Popular introduciendo elementos como ETA o “Cataluña nos roba”?
Sí. Y me parece un error en una doble vertiente. Primero, porque el Partido Popular no está para sacar mucho pecho a nivel nacional. Segundo porque es una gran contradicción: cada vez que haces una crítica fundada sobre los resultados desastrosos de alguna decisión que han tomado, el argumento del Partido Popular es que vienen de un gobierno anterior que era un desastre. Todo lo que ha ido mal es responsabilidad de quienes gobernaron en el pasado. A la vez, todo lo que está mal ahora es también porque hay un gobierno nacional que falla en todo. Una de dos, o los problemas se pueden resolver en Andalucía o los tiene que resolver Madrid. Sería importante saber qué hace el actual Gobierno andaluz para enfrentar un problema, no puede ser que la culpa antes fuese de quienes gobernaron y ahora de quienes gobiernan en Madrid. Creo que es una contradicción que deja al Partido Popular desnudo ante la mirada de gente.
Invocar a ETA me parece tan despreciable para el contexto estatal como para el andaluz. Si me apura, aún más para este último, porque fueron muchos los andaluces asesinados por la banda terrorista. ETA fue felizmente derrotada por la sociedad española. Aquello sí fue un pulso democrático, sostenido y valiente para acabar con la barbarie. Y se acabó. Por fortuna, se acabó. Uno de los puntos de mayor encuentro y felicidad de la sociedad española es haber derrotado democráticamente a ETA. A partir de ahí, seguir alentando un espantajo sobre algo que es patrimonio común de una sociedad que tuvo la madurez, el aguante y la resiliencia de enfrentar a esa banda criminal hasta que la tumbó democráticamente… jugar a eso más de diez años después de su desaparición es despreciable. Pienso que se les acabará volviendo en contra porque no se puede tirar tanto de la cuerda de la que pende una historia de dolor de mucha gente que merece respeto.
El discurso del Partido Popular sobre Cataluña alimenta el frentismo. En términos pesqueros, la derecha elije caladeros de votos y va comparando el coste. Si en un territorio como Cataluña o el País Vasco consideran que no tienen nada que hacer, aplican este tipo de discursos aceleradores del combustible que necesita la confrontación para seguir creciendo. Así, lo único que ocurre es que te aíslas y es lo les ha pasado a nivel nacional. Los problemas hay que resolverlos y en el ámbito de la política debemos asumir la responsabilidad de buscar respuestas, no de alimentar el odio, mucho menos con falacias. Andalucía no está siendo agraviada, ni por Cataluña ni por el Gobierno de España.
Andalucía debe liderar un proceso muy interesante que se está generando en el Estado, para el que tenemos propuestas muy solventes que hacer como comunidad. Contamos con un acervo democrático impecable, unas instituciones de autogobierno ganadas en la calle por la gente. De ahí viene nuestro papel protagónico que tenemos que poner en valor desde la cordura, la sensatez y en positivo.
Sumarnos al circo que quiere montar la derecha y la ultraderecha en torno a cuestiones, que bien ya pasaron, bien son objetivamente falsas, no sólo no contribuye a nada, sino que agrava el tono de la conversación pública y desmerece el papel que tiene que jugar Andalucía. Espero que esto también les pase factura.
UN PASADO DE DESENCUENTROS CON EL PSOE
El desencuentro y la tensión no solo han tenido lugar entre opciones ideológicas contrapuestas. En el seno de la propia izquierda o en el cogobierno que usted refiere, también asistimos a debates muy duros entre, por ejemplo, la anterior presidenta de la Junta y el portavoz de su formación. ¿Están superadas estas diferencias? ¿Ayuda el perfil del señor Espadas a que exista un mayor entendimiento?
En la etapa anterior veníamos de un cogobierno que se rompió por una decisión unilateral del Partido Socialista, con unos presupuestos recién aprobados para la comunidad autónoma. Fue, sin duda, un tacticismo electoral que no ayudó luego a retomar una relación normalizada. Antonio Maíllo es un señor con mucho saber estar en política y el enfrentamiento o desacuerdo nunca fue personal, fue una forma de entender que no se estaban haciendo bien las cosas por parte del PSOE.
El tiempo le dio la razón a Antonio en cuanto a que esa derechización que se produjo en el Partido Socialista le llevó a perder la Junta de Andalucía. Negar la evidencia de un malestar creciente sobre las decisiones que se fueron tomando generó un caldo de cultivo que propició el cambio de gobierno y trajo a la derecha a San Telmo.
Nuestras relaciones ahora son fluidas con todos los grupos de la cámara. Mi responsabilidad es mantener una buena relación con todos los grupos políticos. Con Partido Socialista, sin lugar a duda. En la coincidencia, además, de que ambos estamos en la oposición andaluza y, en España, al frente del Gobierno. Hay un espacio de entendimiento, con diferencias porque no tenemos el mismo abordaje de los asuntos, ni creemos que todo deba hacerse de la misma manera, pero compartimos con ellos más cosas que con otros grupos de la Cámara o con otros grupos del Congreso de los Diputados. La relación es buena en términos institucionales y así debe ser.
EL PERFIL SOCIOLÓGICO ANDALUZ
La llegada de la derecha por primera vez al gobierno de Andalucía abrió un debate en su día sobre el perfil sociológico de la población andaluza que muchos sostenían que habría sufrido un cambio. Aprovechando su formación como politóloga ¿qué piensa de ello?
Yo creo que precisamente un buen perfil sociológico no puede despreciar en modo alguno una variable que es la evolución de las cosas, los acontecimientos y los relevos generacionales. No hay una foto fija del perfil sociológico. La Andalucía de hoy no es la Andalucía de hace veinte años y, probablemente, no se parecerá a la de dentro de veinte años, por fortuna. La sociedad evoluciona, la pirámide de población también. Las cosas cambian. Yo creo que la gente joven también está polarizada, te encuentras con perfiles de lo más estimulante, impugnatorios de lo establecido. Fíjese cómo los jóvenes han liderado las primeras voces de alerta contra el cambio climático o la nueva ola del feminismo, que tiene la cara de una chica joven y empoderada. También observas a gente muy joven que cree en una involución, en una añoranza de tiempos que no han vivido, ni ellos ni sus padres. Y ambos perfiles conviven en la misma generación.
De esa pulsión vendrá la nueva generación de gente adulta que tendrá que tomar muchas decisiones. Creo que en Andalucía siempre ha habido, así lo muestran los sondeos, un segmento poblacional conformado por personas mayores que vienen de una concepción tradicional sobre cómo tiene que ser la representación política y la institucionalidad. Y, de otro lado, gente que se está abriendo paso y que está impugnando ciertas cosas. Ahí es donde yo creo que hay que hacer la doble labor de, por un lado, generar expectativas que impliquen a los jóvenes a involucrarse en la política y en la participación ciudadana y, por otro, evitar que esto sea visto con recelo por las personas más adultas, que son además la banda ancha de la población andaluza.
Es algo positivo que acompaña al signo de los tiempos. Por fortuna, hay nada inmutable en las sociedades. Vivimos tiempos inéditos y existe una nueva realidad que tiene unos márgenes muy volubles y flexibles, nunca ha sido tan peligroso no tener claro donde termina la información y dónde empieza el conocimiento. Las nuevas maneras de comunicarnos, expresarnos y relacionarnos en todos los ámbitos, también el político, marcan los tiempos actuales. No hay que verlo con miedo, pero sí preocuparse y conectar con los problemas de la gente más joven: la vivienda, su formación, el empleo, que puedan tener un proyecto vital autónomo sin depender de nadie. Si queremos que la gente reconecte con las instituciones deben percibir que somos útiles.
LA GESTIÓN DE LA SANIDAD PÚBLICA EN ANDALUCÍA
En un pasado no muy lejano, el sistema sanitario andaluz fue objeto de críticas, pero la realidad es que, aunque mejorable como todo, ha sido un referente de a nivel nacional e internacional. Hoy la sanidad pública andaluza es inaccesible en términos de normalidad. El debate público se divide entre quienes hablan de incompetencia en la gestión y quienes sostienen que su estado actual es el paso previo a un modelo de privatización intencionado. ¿Cuál es su opinión?
Las cosas nunca responden a un único factor. Incompetencia hay mucha. Al Gobierno andaluz le viene grande la Junta de Andalucía. La prueba está, por ejemplo, en que no han sido capaces de implementar el bono joven y sólo tenían que pagar el dinero que les llegaba del Gobierno central.
La ignorancia es muy atrevida y existe muy poca receptividad hacia las propuestas que se le hacen llegar para mejorar y superar su incompetencia y su inexperiencia. Andalucía es más grande que catorce países de la Unión Europea, llegar creyendo que puedes descabezarlo todo, pensando que lo sabes todo y que las cosas van a seguir funcionando por inercia es muy atrevido. Una parte de incompetencia hay, absolutamente… y luego hay una apuesta por un modelo.
Desde el 2019 el Partido Popular nos está hablando de un concierto con la sanidad privada justificado por un plan de choque para aligerar las listas de espera. Lo hizo en el 2019, en 2020, en 2021 y en 2022. Se nos han ido ya 2.000 millones de euros en contratos con clínicas privadas. Son cinco años consecutivos percutiendo en esa medida como supuesta solución a las listas de espera.
Si cinco 5 después y 2.000 millones de euros menos, Andalucía tiene las listas de espera más altas de su historia y el gobierno de la Junta no rectifica, entonces existe una intención por implantar otro modelo. Existe un acumulado, una experiencia de varios años, que les permite evaluar sus decisiones y contrastarlas con la realidad, con los datos oficiales…. Si percuten en la misma medida es que, efectivamente, están jugando a desmantelar la sanidad pública.
Cada vez hay más andaluces y andaluzas que no saben qué tienen ni cuándo se lo van a diagnosticar porque no tienen cita con el especialista. Se está agrediendo al sistema de salud y se está tratando de imponer un modelo que da preferencia a la privada sobre la pública.
EL DECRETO DE SIMPLIFICACIÓN ADMINISTRATIVA
La oposición está siendo especialmente incisiva estos días con el Decreto de Simplificación Administrativa. ¿Tanto riesgo entraña?
El decreto pasó por consejo de gobierno el día 6 de febrero. Entró al Parlamento la pasada semana, el expediente tiene 2.000 páginas y el decreto 600. Se modifican entre 160 y 170 normas entre decretos y leyes. No podíamos pensar bien. Se hace un barrido de todo el ordenamiento jurídico andaluz. Buena parte de las normas que se cambian fueron tramitadas, una a una, con procedimientos ordinarios en el Parlamento, compareció la sociedad civil y los agentes sociales y económicos para dar su parecer sobre unas leyes que ahora, de un plumazo y amparados en una mayoría absoluta, cambian sin más consulta ciudadana, sin más debate parlamentario y sin más tramitación.
Solo podías pensar lo que finalmente ha ocurrido, que no se han colado una serie de elementos de simplificación administrativa, sino una desregulación de las relaciones de la Administración con la sociedad andaluza. No es lo mismo.
Hay una grandísima diferencia entre que la Administración te autorice a hacer algo y que tú le comuniques a la Administración que vas a hacerlo. No es lo mismo que invadas con una excavadora un terreno forestal, una zona sensible en términos arqueológicos con una simple declaración responsable que te compromete a que si encuentras algo te vas a parar a que la Junta de Andalucía supervise lo que tú haces y preserve el patrimonio. Esto, sencillamente abunda en un modelo de administración mínima.
Para el Partido Popular, esta norma incentiva la actividad económica. Es una falacia, en realidad no quieren reconocer que al sector público andaluz le falta personal. Falta personal gestionando los fondos europeos, de ahí que tengamos unos índices de ejecución que deberían avergonzarnos. Falta personal en la sanidad, falta personal en la educación, en la atención de los servicios sociales, en la valoración de las personas dependientes, en la gestión del ingreso mínimo vital, la gestión del acceso a la vivienda.
A la Administración andaluza le falta mucho personal. Una administración sin músculo no puede desplegar las políticas públicas que necesita la sociedad y estas no se gestionan a través de una declaración responsable. Este decreto es una desregulación en lo urbanístico, en lo tributario o en lo laboral que siempre favorece a los mismos: a una minoría ante la que el Partido Popular se pliega sin rechistar.
La gente necesita que haya una persona al otro lado que la atienda y le dé una respuesta cuando tiene un problema de cualquier naturaleza. Pero, al otro lado, cada vez hay menos gente. Pretenden implantar un modelo en Andalucía que es paro y ruina. Nosotros estamos en combatirlo.