Tras la polémica de esta semana, creada por el dueño de un Restaurante de Marbella, ‘El ESPAÑOL’ come en el restaurante de José Eugenio, célebre esta semana por no encontrar camareros. Para contarnos así como ha sido la experiencia en el restaurante donde el gel hidroalcohólico viene con el mensaje de ‘Gel hidroalcohólico. Rojos no, gracias’.
«A eso de las dos y media de la tarde, la gran terraza del Asador Guadalmina, el llamado restaurante ‘antirojos’, está prácticamente vacía. No por la polémica suscitada esta semana por su dueño, José Eugenio Arias-Camisón, que reconoció no encontrar camareros para su local y acusó a la izquierda de «no querer trabajar» y de preferir «las paguitas». “Tenemos reserva para 10”, indica un hombre de mediana edad. ¿Para 10? las restricciones en la provincia de Málaga no permiten mesas en exterior de más de ocho comensales.Poca cosa, eh; en el restaurante de al lado, El Pescador, hay una mesa con 14 adultos comiendo.
No está el jefe, José Eugenio Arias-Camisón. Lo rebusco con la mirada y no lo encuentro. Hay un maître al que se reconoce porque lleva la camisa blanca, no beige como el resto de los camareros. Cuento como siete camareros trabajando, más el parrillero. Parece que en Guadalmina no hay Covid-19: pocas mascarillas -muchas en la muñeca- y poca distancia social. Los camareros del asador llevan todos, eso sí, FFP2.
El sitio no es incómodo, no hay un hostigamiento ideológico como puede ocurrir, por ejemplo, en Casa Pepe, en Despeñaperros. El cartel del gel antirrojos es parte del paisaje. Llegar es fácil y el local se encuentra fácil: “ ¡Gobierno traidor! ¡Dimisión o prisión!”, reza una gran pancarta en la fachada principal. Tres toldos con dos banderas de España cada uno y el nombre del restaurante en la tipografía tradicional vasca. Según contó su propietario a EL ESPAÑOL, ya no pasan por allí. «Hay gente de izquierdas, como el técnico y el torero suicida que antes sí habían estado», cuenta. Eso sí, le da igual. «La gente de derechas sabe comer mejor que la de izquierdas».
En el interior, por más que digan que están tranquilos, están prácticamente todas las mesas llenas. Ahí, además, se cumplen escrupulosamente las medidas. Mesas de máximo seis personas y una distancia considerable entre una y otra; en la terraza, al contrario. La silla de mi acompañante se toca con la de otra en la mesa contigua. Al menos, no hay nadie. La mesa para 10 está a unos metros de distancia. La tapa uno de los famosos carteles: “Gel hidroalcohólico. Rojos no, gracias”.
El hostelero, poco antes de que nosotros comiéramos en su asador, recibía un mail en el que un ciudadano de Tabarnia -omitimos su nombre por protección de datos- iba contra él y contra España. Y eso, obviamente, no le sentó nada bien, lo que comentó en un vídeo a través de Twitter. «Toda la gente que te insulta llamándote facha no tiene ni puta idea de lo que significa la palabra. El fascio lo creó Mussolini, que era un socialista de verdad, no como los de ahora. Llamarme facha es el insulto fácil de los ignorantes».
La polémica en torno a José Eugenio Arias-Camisón está haciendo que el asador esté haciendo su agosto.
“En Marbella, en verano, en la hostelería hay más oferta de trabajo que demanda. Claro que me lo creo”, confirma un cliente del restaurante lo que comentaba el hostelero antirojos a EL ESPAÑOL: no encuentra a gente que quiera trabajar.»