La sanidad pública andaluza está que arde. El colapso de la atención primaria, que hace imposible disponer de citas con el médico de cabecera o alarga hasta 2023 consultas externas y pequeñas intervenciones, desespera a una ciudadanía que está a punto de explotar. A lo que se unen los muchos fallos como el registrado la semana pasada para comprobar el pasaporte Covid-19 o el que paralizó la vacunación en toda Andalucía.
Los profesionales sanitarios también viven una situación límite por la sobrecarga de trabajo, la falta de personal de apoyo y denuncian maltrato por parte de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, responsable final y determinante, a su juicio, de la nunca antes vista mala situación de la sanidad pública.
Lo anterior, además, y a juicio de los sindicatos sanitarios y organizaciones de usuarios, no se produce en el marco de una pandemia. Desde antes de la primavera de 2020 cuando aterrizó en nuestras vidas el Coronavirus, la sanidad pública andaluza ya sufría recortes que hacían imposible que pudiera prestarse un servicio de calidad a la población. El Covid-19 agravó este sentimiento de abandono por parte de unos pacientes que tienen que esperar semanas para que su médico los vea en la consulta o que engrosan listas de espera interminables.
En este contexto, ha causado una auténtica ola de indignación la actitud que demuestra el propio Gobierno andaluz ante la más que caótica situación sanitaria andaluza. Si hace unos días era el consejero de Salud, Jesús Aguirre, el que ni corto ni perezoso visitaba y alababa las instalaciones de clínicas privadas en la comunidad, ahora ha sido el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, el que ha realizado unas declaraciones que ponen en tela de juicio el compromiso del Gobierno de Moreno Bonilla por mejorar la situación de la sanidad pública.
A juicio de Marín, el hecho de que la sanidad pública andaluza cuente con hasta 8.000 profesionales sanitarios más «no cambiaría nada», según se desprende de unas declaraciones polémicas realizadas el día de Navidad en la Cadena Ser. El líder de Ciudadanos Andalucía y número dos del Gobierno andaluz admitió, de esa manera, que la Junta fue la responsable del despido de ese mismo número de sanitarios, 8.000, el pasado mes de octubre, en plena pandemia. Una refuerzo de profesionales tan demandando por la ciudadanía y por los sindicatos que sin embargo el Gobierno de Andalucía niega: «No vamos a solucionarlo», según dice con total desvergüenza el vicepresidente andaluz.
Las declaraciones han generado una auténtica ola de indignación en toda Andalucía. Por un parte, porque de forma directa el Gobierno andaluz ha admitido que dejó de contar con una gran cantidad de sanitarios, enfermeros y otros profesionales sanitarios en mitad de una pandemia, y lo que es peor, cuando el sistema público está totalmente colapsado, amén de anunciar que no piensan volver a contratarlos. Por otra parte, porque estas declaraciones del vicepresidente Marín son otra burla a la situación de la autonomía, y especialmente, a los problemas en cuestión sanitaria que los andaluces padecen.
Se trata, además, de un nuevo caso en el que es el vicepresidente Juan Marín, que hace apenas unos días revalidó su liderazgo como candidato de Ciudadanos Andalucía a la Junta, el que con sus declaraciones pone al Gobierno andaluz en el ojo del huracán. El hecho anterior se remonta al pasado mes de noviembre, durante el que se filtraron unos audios de una reunión del grupo parlamentario Ciudadanos en el que Marín reconocía que no les interesaba aprobar los presupuestos andaluces.
Aquel episodio provocó un auténtico terremoto en el seno del Gobierno de Moreno Bonilla, que tuvo que ver cómo una voz autorizada de su ejecutivo reconocía que por cálculos electoralistas dejarían a Andalucía sin presupuesto. Fueron muchas las voces del Partido Popular, tanto a nivel andaluz como nacional, los que criticaron al vicepresidente, censurando este comportamiento de «locuaz sin filtro» y alertando del peligro que supone. En este sentido, desde el PP sigue viéndose con mucho recelo cada paso de Juan Marín.
En cualquier caso, esta última burla de todo un Gobierno andaluz a la situación sanitaria hace que llueva sobre mojado. Son muchas las protestas que caldean el ambiente por la mala gestión sanitaria de la Junta de Andalucía, tanto a nivel ciudadano como de profesionales sanitarios del sistema público.