La protección que provocan ante la entrada del virus en las vías respiratorias podría ser la justa para generar una respuesta inmunitaria
La idea ha partido de un estudio en el que han analizado por qué alrededor del 80% de las personas que usa mascarilla no presenta apenas síntomas de la enfermedad o es directamente asintomático. Lo que proponen es que la protección de las mascarillas es lo suficiente para no dejar entrar altas dosis del virus y que lo que entra es lo justo como para que el sistema inmunitario responda e inmunice al sujeto.
Mientras el mundo espera la llegada de una vacuna segura y eficaz contra el coronavirus, un equipo de investigadores ha presentado una nueva teoría provocadora: que las mascarillas podrían ayudar a inmunizar, de manera burda o rústica, a algunas personas contra el virus.
Esa idea, que aún no ha sido comprobada, fue descrita en un comentario científico publicado el martes en el New England Journal of Medicine y está inspirada en el antiguo concepto de variolación, que consiste en la exposición deliberada a un patógeno con el fin de generar una respuesta inmunitaria protectora. Esa práctica arriesgada fue probada contra la viruela hasta que finalmente cayó en desuso, pero allanó el camino para el surgimiento de las vacunas modernas.
Exponerse al virus, mientras se usa un cubrebocas, no sustituye a una vacuna auténtica. Pero los datos de animales infectados con el coronavirus, así como la información obtenida en los estudios de otras enfermedades, sugieren que las mascarillas, al reducir la cantidad de virus que se encuentran en las vías respiratorias de una persona, podrían reducir las posibilidades de que el usuario se enferme. Los investigadores sostienen que si una pequeña cantidad de patógenos se filtra, podría hacer que el cuerpo produzca células inmunes que recuerden el virus y se queden para combatirlo.
“Pueden tener este virus pero permanecer asintomáticos”, dijo Monica Gandhi, médica especializada en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco, y una de las autoras del comentario. “Entonces, si se pueden aumentar las tasas de infección asintomática con los cubrebocas, tal vez eso se convierta en una forma de aplicar la variolación en la población”.
Eso no significa que las personas deban ponerse una mascarilla para inocularse intencionalmente con el virus. “Esa no es la recomendación en absoluto”, dijo Gandhi. “Tampoco lo son las fiestas de varicela”, agregó, refiriéndose a las reuniones sociales que mezclan a las personas sanas con las enfermas.
La teoría no puede ser probada directamente sin ensayos clínicos que comparen los resultados de las personas que usan cubrebocas en presencia del coronavirus, con quienes no los usan, una configuración experimental que, además, resultaría poco ética. Y aunque los expertos externos están intrigados por la teoría, se mostraron reacios a aceptarla sin más datos y aconsejaron que se interprete de manera cuidadosa.