que has podido acumular un montón de sabiduría que te ha dado la vida, los amigos y amigas, la familia, el trabajo, los amores y desamores, sufriste también, pero miras atrás con todas las dificultades encontradas en el camino y no ha sido un mar de lágrimas, seguramente la vejez nos hace tirar lo malo a la basura y recordar lo bueno o lo menos malo, pero no tienes esa sensación de haber sufrido en tu trayectoria, confirmas que cada etapa tiene su espacio.
Cuando los teléfonos móviles no estaban ni en la ciencia ficción, tú generación tenía el tres en raya, las cuatro esquinas, a la una a mi mula a las dos la coz, Antón pirulero cada cual que aprenda su juego, aburrirte no te aburrías, o te aburrías a veces como se aburren ahora y descansabais tirados sobre la acera. No disponías de lo que hoy llaman paga semanal, eran las madres de tus amigos, los más pudientes, los que te daban un vaso de refresco o un helado en verano, otros vecinos te daban alguna propina por hacer los mandados y con eso te comprabas algún cigarrillo en el kiosco, que compartías siempre, aún eras muy pequeño para jugar a ser adulto lo que obligaba a que todo aquello del cigarro fuera un secreto a voces, siempre te gustó jugar a ser adulto, ahora que eres adulto tienes tus dudas de esas ganas de saltarte las etapas, pero entonces bien que corrías para llegar a serlo, para ser responsable, independiente, ahora temes que esa independencia se te acabe algún día y seas dependiente, algo que no quieres bajo ningún concepto, que tú vida no te de ese mal regalo, que nadie tenga que vivir tu vida por ti quieres vivirla tú, como siempre, y vivirla con todos los sabores y con todos los sinsabores, con todos los colores, no la quieres en blanco y negro, y por eso haces caso a lo que te dicen, la pastilla de la tensión, la pastilla del azúcar, ir al gimnasio, andar por las tardes, comer mucha fruta, verdura, pescado, no abusar de las grasas, y no estar todo el día sentado, uf es agotador pero sabes que lo tienes que hacer, y leer y leer y hacer de comer, porque recordar la recetas de cocina, recordar lo que tienes que comprar en el supermercado, es muy bueno para tener la mente activa, así como leer historias nuevas, cuidas tu movilidad para manejarte,para seguir el camino, sabes que la meta está más cerca pero aún no la ves y te queda mucho por andar y prefieres hacerlo acompañado de gente, de amores, de amigos y amigas, de familia, pero independiente, sin que nadie necesite vivir por ti.
Te levantas sudando, demasiado calor esta noche demitad de verano, te miras al espejo y te encuentras una nueva arruga, sonríes de nuevo y te dices, otra más amigo, un poquito más de peso, ahí está la señal de que anoche mientras dormías si es que acaso lo conseguiste, aprendiste algo nuevo, esa nueva arruga lo demuestra, ellas nunca mienten.
El verano huele a feria, a final de su trayecto, los niños y niñas comienzan a preparar su mochila escolar, nerviosos esperan encontrar a sus amistades de meses atrás, lo más adolescentes necesitan olvidar el amor de verano y recordar aquel que dejaron en las aulas del instituto, la vida sigue floreciendo, los tallos crecen y algunos ya germinan con sus flores, es un jardín permanente, con nuevos olores, quizás no sean a jazmín ni a galán de noche, pero tiene su propia olor, es un jardín lleno de vida, eso te hace inmensamente feliz, te das cuenta que merece la pena todo lo luchado, conseguido, sufrido y gozado, porque el mundo a pesar de ti o gracias a ti, seguirá siendo un lugar de risas, juegos, llantos, gozos y sabiduría.
Cierras el libro, tus ojos están cansados, ya anochece más temprano, Mohamed Chukri te ha entretenido este periodo estival con su “tiempo de errores” y Paco Bezerra con su “Muero porque no muero. La doble vida de Teresa” abrirá este nuevo otoño de lectura y manta de sofá.
Nos vemos el año que viene, si el mar lo permite “Volví al bar a la noche siguiente, a brindar con su silla vacía. Me pedí una cerveza bien fría, y entonces no se si soñé o era suya la ardiente voz que me iba diciendo al oído, me moría de ganas, querido, de verte otra vez” J. Sabina.
Jose L. Salvador
Educador Social