Empieza el sueño de este “mundo blanco”, europeo y patriarcal, donde contemplar estas fechas desde la necesidad de querernos y consumir desaforadamente. Mientras tanto, otra gente, de otros lugares, tendrá que dormir en un “pesebre” rodeado de animales que le den calor y cobijo, se alimentaran de las sobras que este “mundo blanco” ha desechado, y tendrán la luz que el manto estelar les ofrezca esa noche y la candela que han podido encender. Sus regalos serán un amanecer porque ningún misil los eliminó, ni las enfermedades sin medios para curarlas se pusieron en su camino, sus regalos serán pensar que un día lo más cercano posible, una patera los llevará a ese mundo de abundancia, de luz y de color, con el que tanto han soñado.
Ese mundo donde estamos nosotros y nosotras, votando incansablemente a las opciones políticas que nos dicen que quienes vienen en patera son mala gente, maleantes y asesinos, violadores, que solo quieren quedarse con lo nuestro, como si lo nuestro nos perteneciera y no fuese del banco, o del gran tenedor de viviendas, o de grandes empresas de alimentación. Votamos a aquellos que nos dicen que las personas que buscan luz y color se lo pidan a sus corruptos gobernantes que están apoyados y mantenidos por este “mundo blanco”.
Ya ocurrió en Argentina, en Italia y ahora Países Bajos se une al club, ese club donde no cabemos todos ni todas. La ciudadanía saldrá a la calle a cantar Paz y Amor, alzarán la copa brindando por la solidaridad y la paz en el mundo, mientras en su papeleta de voto, eligen muros y policías que impidan que aquel que tiene hambre se pueda sentar a la mesa para compartirla.
Esta navidad, cuando cantemos aquello de “en la noche, de la nochebuena, bajo las estrellas de la madrugá, los pastores con sus campanillas, adoran al niño que ha nacido ya…” acordémonos de esos que llegan en patera, cayucos, muertos de frio y hambre con los ojos de sus hijos clavados en la esperanza de un mundo mejor. Acordémonos de los niños y niñas de Palestina que aterrados se abrazan para olvidar el ruido de las bombas y la muerte tan cercana. O de las niñas afganas que sufrirán los abusos de adultos y no podrán ni expresarlo pues irán cubiertas de pies a cabeza. Acordémonos de Ucrania, de Yemen, Somalia, Gongo, Mozambique, Malí, países en guerra donde el ruido de las zambombas será el de los disparos y la esperanza será amanecer mañana.
Recordemos que todos esos niños y niñas han nacido ya y en vez de adorarlos, los dejaremos vagar por un mar que demasiadas veces se los ha tragado, y tú al votar (xenofobia, racismo, …) les pondrás una piedra al cuello para no volver a verlos más.
No me digas que lo haces por tu país, no me digas que lo haces por la economía, o por la seguridad, porque te recuerdo que comerás las peores frutas, los productos con peor calidad y quizás desaparezcas mientras formas parte de una lista de espera en la sanidad. Porque ni tú ni yo estamos invitados al banquete que los poderosos se darán ¿Qué estás salvando y a quién?
Ellos y ellas cuidaran de nuestra familia, de nuestros hijos e hijas, serán nuestros camareros cuando estemos de ocio, las cuidadoras de nuestros mayores cuando estemos trabajando o viviendo nuestra propia vida, construirán nuestras casas y nuestras carreteras, serán los que conducen nuestro transporte público, pagarán los impuestos que mantendrán nuestras pensiones. Ellos y ellas, a los que tanto miedo nos han hecho tenerles, son nuestro presente y asegurarán nuestro futuro, no te dejes engañar, no vienen a quitarte nada, vienen a darte la inmensa alegría de haberles dejado entrar en tu casa, no cierres la puerta, no cometamos el mismo error.
Despide de tu lado todas las ideas que esos líderes fascistas como Abascal, Milei, Meloni, Trump, Bolsonaro o Wilders han traído, llenas de odio y desesperanza, aprovechando tu debilidad y tu falta de ilusión en el futuro. Abandónalas y abraza, como dice la letra de los villancicos que cantarás “Campanas por doquier resuenan sin cesar, proclaman con placer que hoy es Navidad, los niños aquí están, no dejan de cantar, de este día de amor y buena voluntad”
Que este tiempo sea un tiempo nuevo para construir. Acabemos con los horrores que destruyen esta tierra, las guerras, el cambio climático, la violencia de género, las lgtbi+fobias, el hambre y los muros. Construyamos con abrazos, besos y achuchones ese mundo que al mirar a un niño o a una niña queremos ofrecerle.
Vivan estas fechas de amor y paz y que este año 2023, al alzar la copa, veamos ese mundo no tan lejano que nos pide paso, que ha nacido ya y nos mira envidiando nuestra suerte de haber nacido en esta parte de la historia. No apartemos la mirada, recibámoslos con amor y compartamos lo mucho o poco que tengamos que siempre será mucho más de lo que ellos y ellas han podido traer en sus alforjas.
Que estas fiestas tu casa, nuestra casa, este nuestro país, esta nuestra patria, sea de todas y todos. Que nadie quede fuera. Que la mesa sea compartida y calor del hogar nos caliente por igual. FELICES FIESTAS.
